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Valledupar, preocupante y desasosiego

Los recientes hechos de inseguridad ocurridos en Valledupar, que cobraron la vida del médico pediatra Alberto “Tico” Aroca, hicieron recrudecer los temores de la ciudadanía. La situación tiene connotación temeraria, sobre todo, por lo anotado durante el consejo de seguridad por el presidente de la Republica Iván Duque.

“En Valledupar existe una estructura criminal, relacionada con el narcotráfico denominada la silla” El anuncio contrasta con la minimización orientada por el alcalde “Tuto” Uhia, quien consideró como un hecho aislado el asesinato del galeno.

Las conclusiones adicionales del Consejo de Seguridad liderado por el presidente Iván Duque Márquez, no son sorprendentes, teniendo en cuenta que Valledupar es una ciudad que convive con la encrucijada de enfrentar los desafíos planteados por el crecimiento demográfico, el cambio de su estructura, el cambio climático acelerado y la creciente desigualdad.

Estos fenómenos urbanos los he puesto de presente en varias columnas, en junio de 2017, esta casa editorial publicó mi columna titulada Acorralados. En esa ocasión destaqué los estudios realizados conjuntamente por el Instituto Igarapé en Brasil, la Nations University, el Foro Económico Mundial y la organización 100 Resilient Cities.

Entre las principales conclusiones determinaron que las ciudades que comparten la característica de procesos de urbanización rápida, igualmente son similares en desigualdad, pobreza, desempleo, problemas con el patrullaje policíaco y falta de seguridad. No hay duda que estos factores describen lo que sucede en Valledupar.

La inseguridad es un indicador colectivo que describe el clima social en que discurre la vida urbana en las ciudades, quizá sea esa la razón del argumento retórico y devaluado de la percepción utilizado con frecuencia de manera desacertada por la administración municipal de Valledupar. No hay tal cosa, los ciudadanos están acorralados por los delincuentes que andan al acecho, ni siquiera las rejas logran disuadirlos y no distinguen la condición social de las víctimas; lamentablemente, es un peligro sentarse en las terrazas de las casas, la inseguridad se adueñó de esa vieja tradición.

Joseph Stigtliz considera que existe una relación entre economía y violencia, correlación que propone complejidades por las razones multicausales de la inseguridad, sin embargo, el progreso de la ilegalidad se hace insostenible ante la permisividad del estado. Al respecto, el gobierno del Alcalde Augusto ‘Tuto’ Uhia y el comandante de la policía, han sido muy pasivos, las evidencias indican que ha fallado la estrategia o política de seguridad ciudadana.

Los procesos inherentes al proceso de desmovilización del paramilitarismo, la cárcel la “Tramacua” y la desmovilización de las FARC, han sucedido de manera inadvertida en Valledupar. Estas variables como las comentadas en el estudio, deben ser valoradas por el nuevo alcalde de la ciudad, el cual debe ser exigente con el plan de seguridad implementado por el comandante de la policía y apartarse del inverosímil acuerdo político, es absurdo seguir nombrando en la secretaria de gobierno a personas sin conocimiento ni experiencia en asuntos relacionados con la seguridad urbana.

Es momento de hacer lo que parece imposible, virar los intereses hacia la ciudad, ese acuerdo es prioritario para la clase política y la ciudadanía en general, si no actuamos con determinación, coadyuvaremos en el proceso progresivo de hacer inviable como ciudad y sociedad a Valledupar. Recordemos que un territorio seguro es susceptible de progreso.

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