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Valledupar, nuevamente, en la mira de la delincuencia

La ciudad no solo está aterrorizada por la pandemia, sino por la marcada criminalidad de unos desalmados que recorren las calles de Valledupar atracando, haciendo terrorismo, asesinando a la gente trabajadora. 

Seguramente, saldrán a decir que eso no es culpa del alcalde Mello Castro ni del comandante de la Policía del Cesar, coronel Douglas Alejandro Restrepo Murillo, pero sí son los responsables que la ciudad esté en manos de la delincuencia, porque tanto el uno como el otro deben desarrollar las estrategias para salvaguardar la integridad de cada uno de los habitantes.

La ciudad está inerme, está en la mira de grupos delincuenciales procedentes de Venezuela, ahora armonizados con colombianos. En esto también es directamente responsable el presidente Duque, porque sus políticas fronterizas son ambivalentes, por lo menos yo nunca sé si Duque está diciendo lo que dice o no dice lo que quiso decir, por decirlo. Siempre me equivoco creyendo que lo que él dice lo dice para los colombianos, o se trata de otro de sus incongruentes chistes.

Pero, dejemos atrás las filosóficas movidas chuecas de Duque y me regreso al tema de hoy, que tiene que ver con la inseguridad y la posible incompetencia de nuestras autoridades para detener la criminalidad rampante en la ciudad.

Podríamos citar aquí cientos de hechos que nos han aterrorizado por la macabra ejecución de los delincuentes contra inermes ciudadanos (as), y no es menos grave que sea la aparente desidia de las autoridades la causante de esa situación. 

Parece que no basta con el aumento de píe de fuerza, donación de motos y armas, aquí lo que faltaría es mayor entrega, cumplimiento y voluntad de quienes participan en la lucha contra la delincuencia.

No basta con salir a patrullar un rato las calles de Valledupar ni mucho menos montar retenes móviles que muchas veces resultan inocuos. Lo que la ciudadanía reclama es la presencia policial en sus calles. Los cientos de motocicletas y carros entregados a la Policía en el último año deberían servir para motivar la presencia de los policías.

Es vergonzoso, para citar uno de los tantos casos que ocurren en la ciudad, que dos criminales (terroristas) se paseen por las calles de la ciudad con armas de fuego, buscando a sus víctimas para atracarlas y asesinarlas, mientras las autoridades brillan por su ausencia.

No señores, las motocicletas y los policías deben estar en las calles, por turnos, las 24 horas. El alcalde debe cumplir la Constitución y verificar que eso sea así, porque de lo contrario también debe responder por omisión.

Los hechos ocurridos ayer martes en la mañana, son, nuevamente, un caso de ineficacia de las autoridades. Dos delincuentes terroristas, armados hasta los dientes, atentaron contra la vida de Nailin Durán Morón, de 24 años. 

La joven iba en un carro que transporta a empleadas de la clínica SION. Llegaron a recoger a una compañera en el barrio Arizona. Allí les salieron dos criminales, uno al parecer venezolano. Con armas en mano les exigieron entregar los bolsos y celulares. Accedieron y cuando los criminales se iban, el parrillero se volteó y disparó su arma de fuego contra las víctimas. Una bala le cayó en la cabeza a Nailin y hoy la tiene entre la vida y la muerte.

Esta joven es huérfana, luchadora, con esfuerzos estudió Administración Financiera, “tiene una vida por delante, hoy padece por culpa de unos asesinos. Dios la guarde”, dijo una tía. Hasta la próxima semana.

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