El nivel de desempleo en Valledupar ha crecido de manera preocupante desde finales (septiembre) del 2015. Pasó de un 8% a un 15,5%, y de 15.000 desempleados a 30.000. Los datos más recientes del DANE muestran que sólo en los últimos 12 meses han entrado al paro laboral 7 mil nuevas personas. Esta es la realidad y la dura evidencia de las cifras.
Pero ¿por qué persiste el aumento del desempleo a tales niveles?
La situación es de cuidado, porque esta alta tasa de desempleo se presenta, cuando de un lado ha disminuido el número de personas buscando empleo y de otro lado la demanda de trabajadores por parte de las empresas también ha disminuido. Si se hubiesen mantenido muchas más personas buscando empleo (algunas desistieron, ya sea porque se cansaron de buscar, decidieron no hacerlo o empezaron a estudiar), el desempleo sería mayor aún. Pero también ha disminuido la actividad económica que demanda empleo.
Ahora bien, para tener un mejor entendimiento del fenómeno del crecimiento del desempleo, identifiquemos los sectores económicos que generan más empleo en Valledupar: el sector de comercio, hoteles y restaurantes (33%); servicios comunales (30%); y transporte, almacenamiento y comunicaciones (11%). Otros sectores relevantes son el de industria manufacturera (10%), y en menor medida, el de la construcción (8%) y actividades inmobiliarias y empresariales (5%). El restante 4% se encuentra empleado en el sector agropecuario y el minero energético.
No obstante, lo que permite identificar la variación tan importante en el número de desempleados en los últimos 12 meses, es la caída en la cantidad de personas ocupadas en el sector de comercio, hoteles y restaurantes con 3.900 ocupados menos (-7%), y en el de las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler con 2.800 ocupados menos (-25%). En el sector de la construcción hubo una caída en el número de ocupados, que representa 616 empleados menos con respecto a mayo de 2017 (-5%) y 842 con respecto al año 2015. Todos datos del DANE. Este análisis es valioso porque determina en dónde hay que actuar con políticas públicas.
Una mirada al comportamiento de otros municipios indica que Valledupar es la ciudad del país en donde la tasa de desempleo creció de manera más intensa desde mayo de 2017 a mayo de 2018 con 3 puntos porcentuales, e incluso es la tercera ciudad con la mayor tasa de desempleo de Colombia (ver gráfico 3). De hecho, en la región caribe solo Barranquilla aumentó su tasa de desempleo, aunque lo hizo de manera leve (0,3 puntos porcentuales).
Por el lado de la calidad del empleo si bien la informalidad en Valledupar es elevada (56,3%), no se compara con los niveles de Cúcuta (69,4%), Sincelejo (65,7) o Santa Marta (63%). Este último punto puede indicar la capacidad del rebusque en la generación de empleo informal. Por ejemplo, Santa Marta con su industria turística, facilita la generación de empleo informal (de mala calidad) vía vendedores ambulantes, servicios a los turistas en la playa, etc, por lo que, al tener tan alta informalidad, muestra bajo desempleo.
Es difícil afirmar que el agobiante crecimiento en el número de desocupados se debe al fenómeno de inmigración de venezolanos o a la caída del sector de la construcción (que es cierto, pero esa no es la razón principal en el aumento tan alto del desempleo). Según Migración Colombia, a Valledupar ingresaron 5 mil venezolanos en el 2017, de todas las edades, (no todos buscan empleo, hay niños y ancianos) lo que la ubica en el puesto 15 sobre 30 ciudades reportadas. Si se comparan estas cifras con otras ciudades como proporción de sus poblaciones, se tiene que por cada mil habitantes en el 2017 a Santa Marta llegaron 20 inmigrantes, a Medellín 17, a Cartagena 15 mientras que a Valledupar 11. De hecho, ciudades como Santa Marta, que recibió 8.700 venezolanos en 2017, Bucaramanga, 19.800; Barranquilla 59.400 y Cartagena 15.700, tienen tasas de desempleo menores que las de Valledupar. Las explicaciones del desempleo vallenato deben buscarse en otro lado, y en particular, en las fallas estructurales de las políticas públicas de empleo y por supuesto, en el ritmo de la actividad económica de la ciudad.
Al analizar los grupos poblacionales se encuentra que el fenómeno de desempleo afecta severamente a dos grupos. Por un lado, a las mujeres y por el otro, a los jóvenes quienes ven cómo las oportunidades laborales son precarias. Por el lado de las mujeres, la tabla 1 muestra un hecho penoso y es que las brechas de desempleo hombres-mujeres se ha incrementado entre el 2017 y el 2018 de manera alarmante. Mientras la tasa de desempleo de las mujeres creció 6,1 puntos porcentuales llegando a un escandaloso 20.9% la de los hombres lo hizo en 1,1 puntos porcentuales llegando a un 11%. En cuanto a los jóvenes menores de 25 años, un informe del Banco de la República muestra cómo tienen tasas de participación muy inferiores a las del país, pero también poseen bajas tasas de ocupación, es decir que existe poca oferta, pero una demanda mucho más escasa.
El sombrío panorama del mercado laboral en Valledupar debe alentar a las autoridades locales a adelantar medidas de choque, pero también estructurales que combatan esta dinámica de desempleo que de seguro puede traer consecuencias mucho más delicadas sobre los diferentes indicadores socioeconómicos, pero de manera más relevante, sobre la calidad de vida de los vallenatos. La necesidad urgente de esta política de empleo debe generar estrategias que sean capaces de incorporar a jóvenes desempleados insuficientemente preparados laboralmente a que vuelvan a estudiar, ya sea a culminar estudios o a mejorar su preparación y de otra parte estimular la creación de puestos de trabajo de calidad, básicamente vía emprendimientos, que permitan que miles de vallenatos que ahora se encuentran excluidos del mercado laboral puedan participar activamente.
Para llegar a esto, se propone una estrategia de tres pasos: el primero, aprovechar que hay un nuevo gobierno central y aunar esfuerzos con las nuevas autoridades nacionales y parlamentarias para que Valledupar sea objeto de una atención preferencial. Veremos ahí, si hay peso político de nuestros parlamentarios y preocupación por la capital. El alcalde solo no puede, hay que apoyarlo y él debe facilitar el entorno de ayuda. El segundo, la administración y en general la ciudad debe sincerarse, aceptar y entender la gravedad del problema y dejar de estar buscando el ahogado aguas arriba (por ejemplo, con el POT o con los venezolanos). Se recomienda hacer un análisis técnico, riguroso y descarnado de lo que está sucediendo. Finalmente, hay que montar un plan de choque, al tiempo que atender el problema estructural de generación de empleo de calidad. Este no es sólo un esfuerzo local, mal se hace en achacar la responsabilidad en una sola institucionalidad. Alianzas con el sector privado, con el gobierno nacional y con las universidades son necesarias.