A propósito de la decisión de un juez, vía tutela, de suspender las clases presenciales en Valledupar de manera general o puntualmente en un colegio, vale la pena revisar ejemplos como el de Palmira, que recientemente ganó la tutela que suspendía temporalmente la presencialidad, lo cual implicó un trabajo minucioso del equipo de la Secretaría de Educación de ese municipio para demostrar que es posible que los estudiantes regresen a las aulas a fortalecer su aprendizaje y habilidades de manera segura.
Palmira, que fue escogido como el municipio piloto del Valle del Cauca, para volver a la presencialidad en las instituciones educativas públicas y privadas, según el censo nacional de población y vivienda de 2018, en ese momento contaba con una población de 302.642 habitantes, inferior a la de Valledupar, que para el 2020 tenía 532.956 habitantes.
Pero al margen del número de habitantes de un municipio, todos entendemos que el regreso bioseguro a clases presenciales implica unos protocolos, lo cual seguramente es lo que preocupa a los jueces de tutela cuando se trata de Valledupar; pero, ¿sí somos conscientes que el costo de instituciones educativas cerradas lo pagan los niños?
El referido fallo de tutela que suspendió la presencialidad debe servir a la Secretaría de Educación de Valledupar para explicar unas vez más a los padres de familia, a los estudiantes y a los docentes, y al mismo juez de tutela, que el municipio tiene la capacidad de lograr que se cumplan los protocolos de bioseguridad en la presencialidad.
Es una oportunidad, también, para que la Secretaría explique que tiene la capacidad de establecer con los rectores a través de talleres una pedagogía sobre el autocuidado con los estudiantes. También que tiene la capacidad de adelantar el alistamiento en los salones de las instituciones educativas oficiales y sus sedes, para lograr entornos bioseguros al interior de las escuelas. Seguramente ya lo está haciendo.
Es el momento crucial para que desde la Secretaría de Educación de Valledupar se comprometan al máximo las áreas de Inspección y Vigilancia y que esta se encargue de vigilar que las instituciones educativas cumplan con los protocolos, que el área de Calidad Educativa de esa Secretaría muestre que tiene la capacidad de acompañar el alistamiento y de visitar las sedes, y el área Administrativa y Financiera muestre que tienen las aseadoras suficientes; pero además, el área de Cobertura de la Secretaría de Educación debe aprovechar este momento para comprometerse una vez más a que el PAE y el transporte escolar operen dentro de la presencialidad en Valledupar, con total normalidad.
Entendiendo los argumentos válidos tanto del Gobierno nacional como de Fecode y la lógica preocupación de los padres de familia frente a sus hijos, el país no resiste más que millones de niños sigan sin ir a clases presenciales.
¿Quién está midiendo los efectos de las clases virtuales en la probabilidad de desertar y en la pérdida en aprendizaje?
La tutela y la consecuente suspensión de clases presenciales en Valledupar, es una oportunidad para que la Secretaría de Educación de esta ciudad comparta una vez más con los rectores, y estos a su vez con los docentes, lo que se proponen hacer en cuanto a pedagogía con los estudiantes en el autocuidado y practicar los protocolos y hacer simulacros de posibles casos.
Es el momento para mostrar que se tiene, de igual manera, capacidad para enfrentar situaciones sobre salud mental, que se puedan presentar.
No ha sido fácil y seguramente se presentarán contratiempos con la presencialidad; es claro que estudiantes, docentes, rectores y administrativos del municipio de Valledupar en su proceso de regreso a las aulas y de darle nuevamente la bienvenida a la presencialidad tienen derecho a todas las condiciones de bioseguridad.
Todo indica que hasta este momento ya contamos con un número muy significativo de estudiantes asistiendo en presencialidad en departamentos como Antioquia, Atlántico, Caldas, Quindío, San Andrés, Guaviare, Putumayo, Cundinamarca y Risaralda, así como en ciudades capitales como Medellín, Bogotá, Tunja, Barranquilla, Quibdó, Manizales, Pereira y Armenia.
No es un asunto de imponer y mucho menos de irresponsabilidad, pero los argumentos deben llevar a tener claro que tanto en lo público como en lo privado, Valledupar necesita presencialidad en la educación (la educación preescolar, la educación básica y la educación media).