A finales del mes de agosto, el Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales (CESORE), en cabeza de Fernando Herrera Araújo y Juan Manuel Monroy, presentó el informe ‘Panorama de la Juventud en Valledupar y el Cesar’, un documento en el que con una metodología práctica se abordan temáticas vigentes de ese eje como la demografía, el desempleo juvenil, la salud sexual y reproductiva, la cobertura y la calidad de la educación, el emprendimiento y el activismo social.
Según el DANE, en la capital cesarense hay 133 mil jóvenes entre 15 y 29 años, cifra que sin duda alguna permite colegir que los jóvenes nativos y foráneos que aquí residen, debido a la fracción poblacional que representan, están llamados a ser actores claves dentro de los procesos sociales, económicos, políticos, culturales, académicos y artísticos de la ciudad, pero existen unos obstáculos que lo impiden.
Si algo llama la atención de este informe son los guarismos. Por ejemplo, en materia del quehacer juvenil hay algo que en el CESORE llaman los NINIS, aquellos muchachos que ni estudian, ni trabajan, ni se capacitan, en Valledupar son unos 30.000 hombres y mujeres, según el PNUD, el 23% del total de jóvenes para 2017.
Los jóvenes, cuando existan las posibilidades económicas y/o crediticias, debemos apostarle a la adquisición de una buena estructura profesional, y cuando no sea viable por esa senda, debemos estar al pendiente de la oferta institucional de entes como el SENA para capacitarnos en aras de alcanzar una ocupación laboral o de emprendimiento personal que nos permita mejorar nuestra calidad de vida. Hoy hay que tener claro que la única opción de formación no puede ser la universidad, allí están las carreras técnicas y tecnólogas con buena demanda en el mercado laboral.
Desde el Gobierno Nacional, los entes territoriales y el sector privado hay que apostarle a la formación técnica y profesional de los jóvenes con más inversión y cobertura, sin esta estamos propensos a que haya más informalidad, más desempleo, menos productividad, menos progreso social y, además, se orquestan otros fenómenos altamente negativos como la drogadicción y las actividades ilícitas.
Aunque suene cliché hay que decirlo, los jóvenes somos la manifestación de una nueva generación que cuenta como mucho potencial. Se debe combatir el no acceso y la deserción educativa, el embarazo a temprana edad, la elevada tasa de desempleo juvenil (20%) y todo aquello que impida la prosperidad social. Hay que abrirle paso a espacios académicos, artísticos, culturales, de emprendimiento y participación política. En nuestro caso: Valledupar necesita de su nueva generación.
Por Camilo Pinto -@camilopintom