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Valledupar, gracias por decir que sí

Cuando pensaba en Valledupar, ciudad que no conocía, se venía a mi mente un caluroso valle enmarcado en un mágico cielo azul profundo, serpenteado por un hermoso río de aguas limpias y frescas al que llaman Guatapurí; sus calles custodiadas por mangos, cañahuates y ceibas centenarias que cuentan historias de amor y desengaños que sus compositores transformaron en canciones convertidas hoy en patrimonio inmaterial de la humanidad. 

Entre el 11 y el 13 de octubre se llevó a cabo en Valledupar una version más del Campeonato Nacional de Atletismo Master, organizado por la Gobernación del Cesar, Inder Valledupar, Liatlecesar y Atlemaster. La Divina Providencia me concedió el placer no solo de correr en la bella pista atlética del Centro de Alto rendimiento La Gota Fría en representación del Club Perla del Otún de Risaralda, sino en recorrer sus calles bañadas de historia, visitar la Plaza Alfonso López, la Catedral del Santo Eccehomo, el Parque de la Leyenda Vallenata y, por supuesto, el Guatapurí, ah y bañarme en sus frescas aguas provenientes de la emblemática Sierra Nevada. 

Solo así pude  decir que mis pensamientos se quedaron cortos ante todas las cosas bellas que tiene esa tierra para mostrarle a Colombia y que adicional a ello su gente es amable, sencilla, acogedora y alegre, que existen mil razones para conocerla y para sentirla parte viva de este país, que Diomedes Díaz, Peter Manjarrés, Jorge Celedón, Rafael Escalona, Jorge Oñate entre otros muchos que no figuran en mi limitada memoria, han hecho grande esta tierra y  al país  y que su legado se canta en todo el mundo; deberiamos  proclamar a los cuatro vientos que a Valledupar la hace grande su gente.

Por su pista atlética desfilaron más de 250 hombres y mujeres que se han negado a permanecer anclados a una cama de hospital, limitados por una silla de ruedas, o abandonados por sus familias por el sencillo hecho de que se niegan a morir y  siguen sumando y sumando años y le han dado a la sociedad una lección de superación, de entereza, de valor y disciplina, mostrándole al mundo que lo alto del podio tambien se hizo para ellos y que seguirán soñando en levantar los brazos al cielo y abrazar una medalla, tanto como ver estos escenarios repletos de personas mayores dando lecciones de vida.

El reconocimiento mayor que reciben no es ser primeros, es hacer nuevos amigos, es conocer otros lugares, es fijarse desafíos y luchar por superarlos, porque con su actitud le estan ganando a millones de personas sumidas en la autocompasión, en el miedo, en la pereza, en el temor a hacer el ridículo.

Todos sin excepción se han entrenado con responsabilidad, han pagado de sus bolsillos o con aportes familiares pasajes, alimentación, hospedaje, inscripción, uniformes, porque en nuestro país el dinero se usa primero para pagar burocracia, para engrosar el bolsillo de contratistas inescrupulosos y para dar limosnas que fomentan la pereza.

Gracias Valledupar por haber dicho que sí, por acogernos, por hacernos sentir útiles aún con todas nuestras limitaciones, acá pernoctaran por siempre en nuestra volátil memoria los recuerdos de nuestros años dorados.

Por: Julián García. 

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