El desempleo no solo constituye un indicativo crítico del nivel de desarrollo económico de un país sino que es el mayor generador de pobreza y de desigualdad. La medición del desempleo en Colombia que hace el DANE la sectoriza por departamentos y municipios y, además, por la franja de edad de la población objeto de la medición.
En nuestro municipio la población apta laboralmente, es decir la fuerza laboral disponible, asciende a 188.976 personas de las cuales 24.000 -el 12.7%- constituye población parada, personas que no tienen empleo asalariado o empleo independiente, que están actualmente buscando empleo y que están disponibles para trabajar. Analizado el desempleo en Valledupar por la franja de edad se tiene que el 58% de los desempleados son jóvenes cuyas edades oscilan entre 18 y 28 años, esto significa que en nuestro municipio en la actualidad hay casi 14.000 jóvenes aptos para trabajar pero inactivos o parados por falta de oportunidades laborales.
Este indicativo perverso del atraso y la pobreza tiende a aumentar pese a los esfuerzos de los gobiernos nacional y seccionales de combatirlo mediante políticas públicas de estímulo y de ventajas a la creación de nuevos empleos. Durante la administración Santos que acaba de terminar se promovió en los dos últimos años la creación, con el concurso de la empresa privada, la generación de apenas 40.000 nuevos empleos para gente joven de los cuales correspondieron 800 al Departamento del Cesar y 720 al municipio de Valledupar, cifras últimas que se explican por la concentración del empresariado cesarense en el área capital.
Lo alarmante de las cifras del desempleo juvenil y la pobre respuesta de la política pública y de la iniciativa privada a eso requerimientos, debe llevarnos necesariamente a buscar nuestras propias soluciones, a ser proactivos en el planeamiento y proyección de nuevos empleos, a tener audaces inventivas y emprendimientos para desarrollar una política de empleo acorde con nuestra realidad socio-económica y con nuestras ventajas competitivas.
Situado el municipio por fuera de la zona minera, con un sector primario debilitado y poco generador de empleo, con un limitadísimo desarrollo agroindustrial, debemos enfocarnos en nuestras potencialidades, en lo que antes se llamó la industria sin chimeneas y que hoy ha reaparecido remozada y con nuevas dinámicas como economía naranja: el turismo, el eco-turismo, el folk-turismo, la cultura vallenata en todas sus expresiones y manifestaciones son renglones que debemos estudiar, ordenar, sistematizar, hacer de ellos nuevas fuentes de oportunidades laborales para combatir la pobreza y el subdesarrollo. No esperemos que vengan otros a explotar lo nuestro.
Por Ernesto Miguel Orozco Durán