Esta Casa Editorial vuelve a realizar una nueva versión de Foros EL PILÓN y esta vez es la economía naranja la protagonista, principalmente aquellos que la ejercen, aunque posiblemente no lo saben. Muchos ciudadanos no saben la capacidad de desarrollo que hay en sus manos, en sus letras, diseños, en su sazón, en su emprendimiento digital, y tal parece que la primera apuesta es la de abrir los ojos de la comunidad.
Es importante que entre todos empecemos a comprender la magnitud de la economía naranja, no subestimarla. En el escenario actual tenemos que volver a reconocer que otros países nos llevan ventaja. Hollywood vive del turismo y del cine, conceptos unidos o separados, que son bienes y servicios construidos a peso de talento creativo, un talento que encontró su punto máximo en el séptimo arte.
Corea del Sur es hoy uno de los países que más ha fortalecido su economía a través su turismo cultural, moda, cine, música, y hasta novelas. La fuerte influencia cultural y el soft power, o poder blando, como le llaman a la capacidad de algunos países de incidir en el panorama mundial a través de toda aquella manifestación positiva e ideológica.
No es más que atrapar el interés colectivo de otras culturas utilizando su atractivo turístico, folclórico, idiosincrático. Valledupar lo tiene todo. Eso hemos creído durante décadas. Nuestro Festival Vallenato es prueba de ello, así como nuestro río Guatapurí y hasta nuestras aves.
Hay de todo, pero también todo por hacer, teniendo en cuenta que la propuesta de la economía naranja que hoy plantean nuestros dirigentes va encaminada a establecer como fuente de desarrollo económico a toda aquella manifestación creativa que genere dividendos para todos.
Es posible y otros países del mundo lo están probando. Basta con visitar el The Miami Design District, Distrito del Diseño en Miami, y cómo han logrado, en 18 cuadras, canalizar, organizar, ‘pulir’ y saber vender al arte contemporáneo, las expresiones culturales a través de la joyería, murales, pintura, modas, la innovación en general. Por supuesto hay mucho de economía convencional, y mucho de economía naranja.
Valledupar se proyecta a veinte años del siglo 21 como una ciudad que desea demostrar su capacidad creativa, albergada en la mente de los maestros compositores, de nuestros músicos, cantantes, acordeonistas, pero también de los chef de la gastronomía Caribe, de los desarrolladores digitales, de los escultores, dramaturgos, periodistas de la era digital, entre otros.
Vamos a conocer hoy, en Foros EL PILÓN, en alianza con la Alcaldía de Valledupar, la realidad sobre nuestro potencial naranja, y qué vamos a hacer, cómo llevaremos a cabo la tarea de consolidar esta propuesta. Podríamos lograr recobrar nuestro estatus de Sorpresa Caribe, y trascender a la Sorpresa Naranja, distrito creativo.