Por Víctor Martínez Gutiérrez.
Valledupar, como todos los municipios de Colombia, tendrá nuevas autoridades, que lo dirigirán por los próximos 4 años, entre los cuales estarán a prueba un número importante de concejales jóvenes y nuevos en estas lides políticas, afortunadamente precedido de castas familiares representativas en la cosa pública en el reciente pasado más luminoso que ha tenido nuestro territorio.
Así logramos reconocer a nuestra hermosa tierra como la Capital Mundial del Vallenato; Ciudad Sorpresa Caribe, además obtener el galardón de ser declarada por autoridad nacional como la Ciudad Verde de Colombia.
Todo ello nos hizo orgullosos, llevado de la mano por la poesía que a través del folclor vallenato, que a punta de acordeones, caja y guacharaca y entonando los ritmos del paseo, el son, el merengue y la puya, se han incorporado a la globalización económica, ha venido desarrollándose sin parar en el mundo moderno apoyado por las tecnologías de las comunicaciones, que llaman la atención cuando nuestros cantores poéticos identifican el nombre de Valledupar, la cual le debe llamar la atención a quienes la escuchan, y que promueven nuestra ciudad como destino turístico.
Hasta aquí no habría si no agradecimientos a quienes cumplen tesoneramente con esta difusión llena de necesarias inquietudes por conocer más allá de lo hermoso y noble que somos.
Pero nos toca revisar conductas del pasado que inquietan a propios y extraños en la cual bien vale la pena debatir con sinceridad la situación actual de Valledupar como ente administrativo que, revisada en su integralidad, se raja, para mal en un futuro incierto que debe ser parte de la agenda del nuevo alcalde y de los concejales jóvenes y nuevos que experimentan su primer paso para encarar una a una las grandes dificultades que hay que sortear con urgencia inaplazable en materia de seguridad, movilidad, planeación, empleo, salud, educación, turismo, medio ambiente y en fin.
Asumir el liderazgo ganado elevando la voz y ejerciendo un protagonismo constructivo y no caer en las viejas prácticas reprochables e indecentes que han venido hundiendo lentamente un camino ejemplar que se construyó con muchos dirigentes políticos que permitieron que tuviéramos hoy universidades, servicios de agua, energía, que desafortunadamente fueron presas de ese mal que detiene aquella sorpresa caribe, que un dirigente patentó y que en el tiempo se evapora.
Lo aconsejable sería abrir el debate público a todos los sectores para buscar inmediatas, medianas y largas soluciones y con ayuda de expertos desarrollar la agenda de lo que sería Valledupar para el año 2030.
Preguntémonos ¿Cuántos locales comerciales están cerrados en la ciudad?, ¿porque el control físico urbano de la ciudad no funciona?, ¿Por qué estamos entre las ciudades más pobres de Colombia compitiendo con Riohacha, Quibdó? ¿Cómo se salvaría Emdupar?, ¿Cómo mejorar la calidad de la salud?; ¿Cómo controlar la movilidad de todas clases de vehículos que no respetan las normas de tránsito? En fin ¿Cómo construiremos una sociedad que le tenga amor a Valledupar?