El libre mercado permite a los dueños de los grandes, medianos y pequeños capitales elegir dónde invertir. Su decisión se apoya, principalmente, en factores sociales y económicos que resultan de estudios previos, de cifras, de mensajes, de evaluaciones personales, de un mapeo de los territorios, para al final elegir el destino que más atrae por sus condiciones y expectativas.
En esa tarea están la mayoría de capitales del país, con estructurados portafolios para conquistar, como el enamorado a la dama, el capital privado que busca dónde aterrizar. Valledupar no puede quedarse atrás, mejor dicho, debe iniciar un proceso organizado de venta de las condiciones de la ciudad.
Frente a las capitales con puertos marítimos o terrestres es difícil competir o compararse. Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, de este lado del Caribe, siempre harán alarde de la facilidad para exportar productos. Debemos mirar nuestras habilidades, lo que nos identifica, lo propio, lo exclusivo.
Valledupar es una ciudad que enamora y encanta. Dueña de una magia única que no puede permanecer oculta, sino que debe promocionarse al mundo para enamorar el desprevenido turista o empresario que esté buscando destinos. Pero esa magia no es suficiente: se necesitan condiciones sociales, legales y económicas que brinden confianza.
Entonces entran a jugar normas como el estatuto tributario. Si la ciudad no tiene puertos, entonces que el estatuto sea nuestro imán, atrayendo capital y a todos los que generan empleo y mueven la economía. De poco sirven impuestos altos donde no hay empresas que tributen. Otro punto, la educación para el trabajo y la productividad, con capacidades de innovación; el bilingüismo; los servicios públicos claves; la conectividad y las infraestructuras. Si Valledupar es mediterránea requiere acercarse al mundo a través de buenas carreteras y autopistas de conectividad digital.
¿Quién debe liderar ese proceso? Por supuesto la nueva Secretaría de Desarrollo Económico, Medio Ambiente y Turismo de Valledupar, liderada por la profesional Emma Carrascal. “Cuando llega un inversionista que no conoce ni la ubicación de Corpocesar, justo nosotros estamos para ser el apoyo que necesita. Hasta para conseguirle institución educativa a los hijos. Lo mimamos, para que acepte cuando le pidamos que al menos el 96 % de los empleos sean locales; el otro 4 % serían los técnicos, y eso, con el compromiso de capacitar a profesionales nuestros”. Es la fórmula, no mágica, que receta para conquistar recursos y generar empleo. Es la tarea que no hizo ProValledupar y que hace Probarranquilla. Y lo que queremos hacer con ‘Valledupar me encanta’: mostrarla más bella dentro y fuera de la región.
A la par, por supuesto, de proteger al empresario local, porque ellos creyeron primero en la ciudad y no los podemos dejar solos en el peor momento. Así que deja buenas sensaciones el proceso que viene adelantando la Secretaría, reuniéndose con los empresarios de la capital del Cesar. A ellos hay que ofrecerles beneficios para que así como han estado en las verdes, gocen de las maduras.