El foro Valledupar 30/30, en conmemoración de los 30 años de fundación de EL PILÓN, reunió voces diversas y esenciales para un diálogo crucial sobre el futuro de nuestra ciudad. Exalcaldes, líderes gremiales y empresarios se reunieron para reflexionar sobre un Valledupar que ha crecido en número y en desafíos, mientras se debate entre un progreso desigual y la potencialidad inexplorada de la región. Si bien hemos avanzado en algunos frentes, aún enfrentamos áreas de estancamiento, el foro ofreció un vistazo panorámico a los temas que deberían movilizar nuestra visión de los próximos 30 años.
Entre los testimonios destacados, la experiencia de María Clara Quintero como la única mujer en ocupar el cargo de alcaldesa y de Rodolfo Campo, exalcalde emblemático, resultan esenciales para comprender el progreso de la ciudad en las últimas décadas. Ambos, testigos de las demandas y expectativas de la ciudadanía, nos recuerdan que los avances de Valledupar han sido fruto, muchas veces, de la misma fuerza de sus habitantes, quienes han impulsado la ciudad hacia adelante en medio de desafíos económicos y políticos. A pesar de los avances, especialmente visibles en el último año, es importante reconocer que la situación del país afecta también a lo local.
Como señaló José Larrazábal, persiste un preocupante rezago en la industria manufacturera, con datos económicos que parecen de hace 30 años. Aunque hay progreso, este estancamiento nos desafía a repensar el modelo económico y liberar el potencial productivo de la región.
Los números hablan por sí solos. Valledupar pasó de ser una ciudad de 43,553 habitantes en 1964 a una urbe con más de medio millón de ciudadanos en 2024. Este crecimiento acelerado demanda un enfoque más estratégico y ambientalmente consciente en el desarrollo urbano. Es urgente preservar las áreas de conservación y protección ambiental, avanzando hacia un desarrollo sostenible que respete nuestro entorno natural y ofrezca soluciones para el bienestar de una población en constante expansión.
Este crecimiento también trae consigo la necesidad de preparar una generación de profesionales con habilidades en tecnologías emergentes y competencias enfocadas en el turismo, uno de los pilares económicos y culturales en los que Valledupar puede destacarse. Imaginemos una ciudad que celebra el vallenato no solo una vez al año, sino en varias festividades a lo largo del calendario, como lo ejemplificó el exitoso artista Silvestre Dangond. Un desarrollo cultural y turístico robusto también podría convertirse en motor económico y en símbolo de identidad, atrayendo a visitantes de todas partes que quieran vivir la esencia de nuestra ciudad.
La apatía ciudadana es preocupante, reflejada en la escasa participación en eventos clave como el foro Valledupar 30/30. A este importante encuentro solo asistió una diputada, mientras que la mayoría de concejales y diputados estuvieron ausentes. Limita el crecimiento de la ciudad. Es momento de fomentar un sentido de pertenencia que motive a los ciudadanos a involucrarse activamente en la construcción de Valledupar. La participación y el compromiso de todos son esenciales para hacer de la ciudad un lugar próspero y sostenible, donde cada persona contribuya desde su posición.
Reflexionando hacia 2054: En la hoja de ruta hacia 2054, debemos comprometernos a ser activos protagonistas del destino de Valledupar. Más que esperanza; necesitamos acción. La ciudad tiene el potencial para volver a ser la “sorpresa del Caribe”, pero solo si nos duele lo que le pasa y trabajamos juntos para cambiarlo.
Desde lo público, lo privado, y en espacios de opinión, cada uno de nosotros debe comprometerse a dejar atrás la apatía y sumarse a la tarea de construir el Valledupar que queremos. Para lograrlo, será necesario un esfuerzo colectivo, visión y compromiso, pero, sobre todo, un amor profundo y sentido de pertenencia por nuestra tierra.
Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan