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Vacunación obligatoria

Diecisiete millones de vacunas están esperando ser utilizadas de manera inmediata en labores de vacunación. Ya se ha anunciado también por el Gobierno nacional que casi 22 millones de colombianos tienen la fórmula completa de vacunación. A las muchas dosis disponibles se suma la reciente donación de 2 millones de unidades pfizer por parte de Alemania. Y se han puesto dosis en un número que se aproxima a las 50 millones; en el Cesar se han puesto más de 950.000 dosis.

La vacuna ahora se colocará a niños. Se prevé que las dosis de refuerzo, la tercera, o la segunda cuando hay monodosis tipo Janssen, se extienda a personas mayores de 50 años, independientemente de si tienen preexistencias o comorbilidades.

Pero lo más reciente es la adopción del certificado obligatorio de vacunación. Este instrumento se convertirá en un verdadero pasaporte de locomoción e ingreso a escenarios, centros ciudadanos y a todo lugar de acceso público. Esa es una medida conveniente y que se estaba esperando, porque la campaña de vacunación estaba llegando a un punto muerto, con seis millones de compatriotas que aún no se vacunan.  

En los últimos dos días se evidencia una subida de casos de contagio y los muertos también, aunque aún son distantes de los picos de hace seis meses, cuando se registró la última gran ola del peligroso y aún desconocido virus, en términos de la rigurosa observación médica. Ya sabemos que casos de la variante delta se han presentado en Magdalena y Guajira, y se especuló sobre varios casos que se habrían diagnosticado en nuestro departamento.

En la medida en que se avance con la vacunación, y el exigido certificado ayudará en eso, se podrá contar con una flexibilidad segura de las normas de aforo y de presencialidad. En ciudades como Bogotá se determinó que no hay restricciones y esas decisiones están siendo implementadas dentro de la política de reactivación general de la vida y la actividad económica y social. Todo indica que los tiempos del coronavirus están pasando, aunque nos quedaremos con unas recurrentes gripas, como la denominada influenza.

Es el momento de hacer serias evaluaciones de nuestro sistema de salud y agradecer a todo el personal de médicos y auxiliares, y equipos administrativos y logísticos que han hecho posible enfrentar el mayor reto que alguna vez tuvo la salud pública en la región.

LA DIVISIÓN DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS

Hemos deplorado las permanentes y  a su vez recurrentes divisiones que se presentan entre nuestros pueblos ancestrales. Es un fenómeno relacionado con su mayor protagonismo en el ámbito local y nacional, las tensiones de la política a su interior y la desafortunada lucha de poder y de control sobre entidades que ahora reciben directamente  grandes recursos económicos de la nación. Vienen pereciendo sus normas, sus códigos culturales y su unidad.

La adopción de posiciones autónomas -y no sesgadas o influidas por “agentes externos” de la sociedad civil- sucumben ante las tentaciones internas de poder y de relacionamiento con el entorno fuera de sus límites espaciales y culturales. El reciente hecho de un portón kankuamo entre Patillal y La Mina, o la persistencia del conflicto de poder arhuaco evidencian la situación.

Categories: Editorial
Redacción El Pilón: