Por: Carlos Eduardo Muñoz Pérez
Hace algunos días, me di a la tarea de escribir sobre las cosas buenas de nuestro Presidente Uribe, que a la postre son muchas; mal haríamos nosotros en desconocerlas, pero les cuento que hoy toman un rumbo incierto, como la firma del TLC con Europa. Los cambios son importantes y obligados cuando de progreso se trata, pero todo a su medida.
Aquel Presidente que conocimos, cuando al día siguiente de su posesión tomo su avión presidencial y llegó a Valledupar a cumplirle la cita a los vallenatos, no se parece en nada al Uribe de hoy: un hombre que a esta provincia dejó de querer (el tendrá sus razones y nosotros conocemos las nuestras).
El TLC con la Unión Europea, obviamente que traerá muchos beneficios para un país que necesita seguir creciendo, y una manera de hacerlo es intercambiando comercialmente productos. Es bueno recordar que la mayor parte de la gente en el Cesar vive de la explotación lechera. Nuestra economía se basa principalmente en la explotación agropecuaria y somos unos campesinos adelantados. Hoy la situación no nos favorece, en donde nos amenaza una avalancha de productos agropecuarios subsidiados por los países de Europa y sería muy complicada la competencia.
Hace ya 7 anos, el Presidente nos describió perfectamente el ritmo de su metabolismo: “tengo un metabolismo de campesino: me acuesto temprano y me levanto temprano”, sembró en muchos los allí presentes, una luz de esperanza, máxime cuando en aquel entonces el Cesar se encontraba sitiado por grupos delincuenciales, pero vemos que el discurso aquel en nada se parece al de hoy; ha dado giros y giros, y más en su política agropecuaria. Si el A.I.S acabó con la aspiración política de su pupilo, cuidado le daña el caminao´ a Juan Manuel con iniciativas como estas.
En Europa deben estar felices festejando, y ¿cómo no?, si abren un nuevo país para exportar sus productos y sin la dura amenaza de una competencia fuerte. Soy consiente que en la medida que a ti te exijan, forjarás cambios importantes y más con las necesidades que tiene este sector, que no está para competir, dado a sus precarias condiciones de infraestructura y a la falta de apoyo por parte de los gobiernos de turno.
El campesino de cualquier vereda nunca verá a sus vacas competir con las europeas, en donde su producción alcanza los 30 litros promedio por día; ni para qué mencionar los corrales y las condiciones de ordeño.
Me pregunto, ¿quiénes serán los verdaderos beneficiados del negocio?
Al Congreso le queda su parte: de no aprobarlo sería un muy buen gesto para el país, o mejor, pensaría que fuese prorrogado y comencemos a invertirle recursos a un sector que lo clama a gritos.
El campo definitivamente es para tercos (no está lloviendo pero seguimos sembrando), esos que con su pasión siguen luchando diariamente por alimentar sus vacas para recibir leche, y esperanzados en la serias políticas agropecuarias ajustadas a la realidad colombiana nos siguen engañando y nosotros callados. La sociedad civil debe despertarse. ¿Dónde están nuestros gobernantes, nuestros gremios, nuestros productores de leche y los industriales del Cesar?