La economía está moviéndose en aguas tormentosas, aunque Colombia en el escenario internacional la ha manejado con tino, debe admitirse. Incluso el Fondo Monetario Internacional, FMI, ha sido elogioso y prevé que el crecimiento del PIB en el presente año alcanzará un nivel del 6%.
Sorpresa en medio de un año electoral y la subida de las tasas de interés dispuestas por el Banco de La República en afán por contener la inflación. Siendo esta el mayor desafío, tanto para los consumidores como para los productores. A los primeros no les alcanza el dinero, peor si son pobres que destinan un mayor gasto a los alimentos. Mientras en promedio los colombianos destinamos el 14% de los ingresos a productos alimenticios, para los humildes ese rubro supera el 24%. En condiciones de pobreza extrema no se tienen ingresos sino para comprarlos.
Anoche un nuevo reporte del DANE, confirma que los productos que más aumentaron en marzo fueron del género del arroz, los huevos y la leche. En ciertas regiones, como la nuestra, del Cesar, La Guajira y el Magdalena en las que la producción agropecuaria se ha debilitado, en los llamados productos de ‘pancoger’, el problema es más notorio; sin considerar que miles de personas ni siquiera tienen empleo, sea formal o informal.
Efectivamente la entidad declaró que la inflación anual alcanzó al mes de marzo el 8,53%, crecimiento para el consumidor (IPC); en ese pasado mes fue del 1%, el doble de lo que históricamente venía registrando. El incremento del salario mínimo legal prácticamente se habría pulverizado.
¿Una explicación?: Ese informe fue precedido, dos días atrás, por el reporte de aumento del otro índice clave, por el lado de la oferta, el Índice de Precios al Productor (IPP), que en solo marzo llegó al 3.7%. Y ese índice ha afectado a todas las ramas y cadenas productivas. Qué no decir de los insumos para la actividad agropecuaria, que ya venían bastantes altos en precios, antes de la invasión de Rusia a Ucrania, los mayores proveedores mundiales de fertilizantes y granos, afectada aquella por las sanciones y esta por la forzada parálisis de la guerra en su territorio. Cultivos como el arroz, o la palma de aceite, extendida en nuestra región, son bastante dependientes de las condiciones de una buena fertilización.
Las decisiones del Gobierno nacional comienzan a conocerse, entre ellas una reducción drástica de los aranceles a los alimentos, que se extendieron a abonos y semillas. Nos preguntamos cuál es la acción departamental y municipal para contener el hambre, la inflación y los altos niveles de desempleo.
Debería haber una política para la coyuntura, un pacto por la superación del terrible drama de miles y miles de familias pobres a las que los subsidios del Gobierno nacional no les son suficientes. Hemos llamado, con los altos niveles de desempleo a acciones eficaces, cuando la pandemia hacía mayor mella, pero hoy la situación es peor y exige mucha más atención de nuestros gobernantes. Urgen convocatorias, acciones, medidas, campañas, pero no para canalizar votos, sino para redimir a los más necesitados.