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Urge revisar las consultas internas

Colombia es un país paradójico. Hace varios años, una de las principales quejas que se tenían sobre los partidos políticos era su falta de democracia interna; las direcciones de los partidos funcionaban como unas camarillas, unas roscas, como se dice popularmente, que no permitían la renovación de esas organizaciones políticas.
El problema no sólo era común a los partidos, liberal y conservador, sino también en la izquierda legal, encarnada en el viejo partido comunista, al punto que de ese letargo fue que surgió el término peyorativo de “mamerto”, para referirse a Gilberto Vieira y otros  camaradas del PC, según el apunte del economista liberal Jorge Child, quien fuera el primer Jefe de la Oficina de Planeación del Departamento del Cesar.
Y poco a poco se fueron logrando figuras para democratizar los partidos y – en el caso del Partido Liberal- se le debe a Luis Carlos Galán Sarmiento, el establecimiento de la consulta interna para escoger candidato único a la Presidencia de la República y evitar las constantes disidencias que se presentaba al interior de la divisa roja.
Posteriormente, se establecieron las consultas internas, por Ley, para que todos los movimientos y partidos políticos se acogieran a ese instrumento y fuera el pueblo, directamente, el que escoja sus candidatos a las alcaldías, gobernaciones, e inclusive a la Presidencia de la República.
El pasado domingo se realizaron las consultas internas en 271 municipios del país, en la cual participaron los movimientos y partidos políticos que quisieron hacerlo, con un costo para el Estado estimado en sesenta mil millones de pesos.
En el caso del departamento del Cesar, la consulta fue del Partido Conservador, para la Gobernación, y en Valledupar, el Partido Liberal para la Alcaldía y en Codazzi, el Partido Verde, también para el primer cargo del municipio.
Han resultado ganadores, Rubén Darío Carrillo, conservador para la Gobernación, Gonzalo Gómez, liberal para la Alcaldía y Jorge Bernard, en Codazzi, por el Partido Verde.  Estos nombres, en el caso de los dos primeros eran los favoritos en cada consulta. Se abren así nuevos escenarios para la política en Valledupar y el Cesar.
Al marge de lo anterior, queremos hacer unos comentarios sobre la figura de las consultas populares o consultas internas. Por principio, somos amigos y partidarios de toda la democracia posible, entre más democracia mejor para nuestro sistema político.
No obstante, lo ocurrido y los resultados en el país y en el departamento, nos hacen plantear algunas reflexiones sobre la figura de las consultas, tal como están hoy funcionando.
En primer lugar, insistimos, para que este mecanismo funcione se requieren una de dos condiciones o las dos: que todos los partidos estén obligados a acudir a las consultas internas, o que sólo puedan participar en las consultas los militantes y adeptos de cada partido.
Hoy, tal como están planteadas, las consultas se prestan para que desde un partido o movimiento se pueda vetar a los candidatos del contrario, entre otro tipo de componendas, por ser consultas abiertas.
Adicionalmente, pudimos comprobar la alta vulnerabilidad del actual sistema, esta es mayor a la que se registra en las elecciones oficiales, ya que no es necesario firmar en ningún documento público y – en esas circunstancias, los jurados de votación pueden incluir tarjetas electorales marcadas a su antojo. El sistema es altamente vulnerable…
Al margen de los costos, la no despreciable suma de sesenta mil millones de pesos, el problema de fondo es la baja participación de la ciudadanía y esto se debe a la falta de divulgación por parte de los partidos, como también a que muchos de estos desistieron, – a última hora,  de participar, decisión que debe ser castigada por la Organización Electoral.
Por todo lo anterior, consideramos necesario que los partidos políticos, el Congreso de la República y el Gobierno Nacional, revisen el mecanismo de la consulta para hacerle algunos ajustes, revisarlas y adoptar los correctivos necesarios para aumentar la participación de la gente; pero, en lugar de acabarlas, como han propuesto algunos funcionarios del alto gobierno, lo conveniente es fortalecerlas y hacerlas generales a todas las organizaciones políticas. Necesitamos más y no menos democracia. Urge revisar y reorganizar las consultas internas.

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