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“Unos magos de oriente…”

PALABRAS DE VIDA ETERNA

 

Por: Marlon Javier Domínguez

Twitter: @majadoa

 

Hace doce días celebramos el nacimiento de Nuestro Señor, y hoy la liturgia sitúa nuevamente ante nuestros ojos el Misterio del pequeño niño de Belén.

Esta vez se trata de la visita de tres magos de oriente que, guiados por una estrella, vienen a adorarlo.

 

La festividad que celebramos hoy se ha llamado tradicionalmente “Epifanía”, palabra que tiene su origen en el griego y que significa “Manifestación a todos”; en efecto, en la persona de los magos están representadas todas las razas de la tierra.

 

Porque el nacimiento del Hijo de Dios vivo es un acontecimiento que interesa a todos los seres humanos y que no es propiedad exclusiva de pueblo alguno ni de ninguna religión.

 

Además, es un acontecimiento cósmico, que involucra hasta los mismos seres inanimados de la naturaleza (las estrellas).

 

Unos magos de oriente, guiados por una estrella que brillaba en el cielo más que las demás, vinieron a ver al Rey que había nacido.

 

Estos personajes, cuyo número realmente desconocemos, se dedicaban a la observación de los astros, no buscando en ello pingües ganancias por engañar a los incautos con números de la suerte o predicciones tan generales que podrían cumplirse en cualquiera.

 

Ellos observaban las estrellas buscando en sus resplandores la señal de un acontecimiento que cambiaría el rumbo de la historia.

 

Estaban sedientos de que ello ocurriera, no sabían qué era pero lo deseaban, no había razones ni certezas pero sus corazones ansiaban algo diferente… y, en medio de un firmamento lleno de luces, supieron descubrir en una luz particular la señal que estaban esperando.

 

¿Por cuánto tiempo observaron las lejanas luces, envueltas en el manto oscuro de la noche? No lo sabemos, pero cuando Dios se les manifestó comprendieron que había llegado el momento y se pusieron en camino.

 

De la misma manera Dios habla a nuestros corazones en la cotidianidad de nuestras vidas y, a veces, se tarda un poco, pero siempre habla… y, en ocasiones, deslumbrados por uno que otro satélite que parpadea a lo lejos.

 

Nos distraemos de la verdadera luz que quiere comunicarnos la verdad, una verdad de la que todo corazón humano tiene ansias, una verdad que cada uno necesita y que responde a todas las inquietudes y dudas, una verdad que no es simplemente algo sino alguien:

 

Jesús de Nazaret, Verdad que hace libres.

 

Nuestra ciudad está de cumpleaños. Ésta es una fecha tradicionalmente parrandera en nuestro Valle, pero es fundamental que hagamos un alto en el camino para considerar la razón de fondo de la alegría que nos embarga:

 

Hace 463 años, con la llegada de los fundadores, se manifestó también a los pueblos que habitaban esta zona la verdad del Dios hecho hombre, y hubo errores, pecados, atrocidades, violaciones  y muchas otras cosas que podrían esgrimirse.

 

Pero conocimos que las fuerzas de la naturaleza no son dioses a los que hay que agradar con sacrificios u ofrendas, sino la manifestación del único y verdadero Dios que se nos ofrece.

 

Nuestras tradiciones se fundieron con las tradiciones que nos entregaron (o nos impusieron, no importa), pero todo ello ha forjado lo que hoy somos como pueblo y nos ha llevado a descubrir que el Dios que nuestros antepasados buscaron sin conocer ha venido a encontrarnos a nosotros.

 

No importa cómo nos haya encontrado ni cómo nos encuentre hoy, lo verdaderamente importante es que queramos dejarlo transformar nuestras existencias.

 

Somos seres humanos ¡y nos equivocamos!, aun sabiendo lo  que está mal lo cometemos, pero ¡Dios no nos juzga! Que brille en nosotros hoy la luz del Niño Dios recién nacido y que, lo mismo que a los magos de oriente, nos haga descubrir que más allá de las fronteras trazadas por el hombre y de las debilidades propias de cada uno.

 

Nos encontramos todos bajo el mismo cielo, expresión de la misericordia infinita del Dios que ha visitado a su pueblo. Feliz cumpleaños Valledupar.

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