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Universidad Nacional, trofeo esquivo para la Región Caribe.

Por: Luis Napoleón de Armas P.
En la boca del horno se quema el pan, dice el aforismo popular. Eso parece ser lo que nos va a pasar con la sede de la UN. Cualquier región ofrecería el cielo por tenerla en su territorio; su mera presencia, su reconocido quehacer en el ámbito internacional es un valor agregado infinito para el despegue de la ciencia regional; es como tener un cheque abierto al portador. Pero más puede la desidia que la voluntad; aquí todo se mide en términos de réditos políticos y la UN no lo es. Por eso, quizás, nuestros parlamentarios, más entretenidos en la partija burocrática y contractual, han hecho mutis. Tampoco la bancada regional ha dicho esta boca es mía. Estamos dependiendo del capricho de una Ministra de Educación que pasó raspando la crisis de gabinete, la misma que fue incapaz de sacar adelante la reforma a la educación, tan obvia y necesaria, la misma que no ha podido solucionar el problema de la rectoría de la UIS. Su ratificación no es una medalla para el sector y será un castigo, casi un crimen, para el caribe colombiano, una región país. ¿Será ese el tratamiento que el presidente Santos nos quiere dar, amén de no ofrecernos participación en su gabinete? Además de convidados de piedra, ¿cuál es, entonces, el rol de los parlamentarios costeños? ¿En que quedó la autonomía universitaria? No entiendo bien porqué, siendo la ministra uno, a penas, de los ocho miembros del Consejo Superior Universitario de la UN, ¿por qué tiene tanto peso para interferir? Si el asunto es de dinero, ¿qué han hecho los mandatarios del Cesar para remediarlo? ¿Quién está escondiendo la piedra? ¿Qué otras pretensiones regionales animan a la ministra?. Por su parte, la Asamblea del Cesar, tampoco ha tomado las banderas de esta causa; solo escuchamos al solitario e inquieto Eduardo Esquivel asumir como suya esta noble causa así como lo hace con los dineros de las regalías. Adelante, Eduardo, que una golondrina no hace verano pero lo anuncia. El asunto es preocupante, así lo manifestó el doctor Ciro Quiroz en su columna de EL Pilón de la semana pasada, en el sentido de que si dentro de un año no se inicia la construcción, los terrenos adquiridos reversarían a la propiedad del donante. Hay que hacerle un seguimiento a las actividades realizadas por la gobernación del Cesar así como al compromiso de la UN, y conocer, también, cual es la posición del gobierno nacional frente a este proyecto, cuya viabilidad rebaza cualquier racionalidad pero que también tiene sus enemigos dentro y fuera de la academia local. Las fortalezas de la UN son tantas que podrían operar como un ciclón por encima de la mediocridad de algunas universidades locales, que no quieren referencias comparativas de calidad. Esto es alta gestión pero los vallenatos, con capacidad de decisión, no han dimensionado la magnitud de la presencia de la UN en sus predios; es como hacerle una transfusión a un cuerpo que muere por anemia. La influencia de la facultad de minas de la UN en Medellín ha sido definitivo en la pujanza paisa y su impacto se siente más allá de sus fronteras; igual podemos decir de la sede de Manizales y de otras pocas que el Alma Mater tiene en el país. Que la UN ponga su mirada en Valledupar es un privilegio; hace rato que esta institución viene pensando en el Caribe colombiano; ya en 1995 creó el Instituto de Estudios Caribeños, IEC, en San Andrés, el turno es nuestro. El Cesar no sabe investigar, está rezagado, las universidades locales no han vencido la inercia del subdesarrollo, necesitan la chispa de la ignición, no basta otorgar títulos, por solventes que sean. nadarpe@gmail.com

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