Excelente el escenario que se generó ayer en el marco del primer foro por la recuperación del río Cesar, el cual contó con la asistencia de todos los actores claves en este propósito, especialmente la participación de representantes de comunidades que habitan en la ribera del afluente que finalmente son los más afectados por la contaminación de las aguas del mítico río que inspiró a muchos compositores de la música vallenata.
En este foro se dijeron muchas verdades, pero también quedó el sinsabor de la falta de voluntades para que su recuperación sea una realidad, primero porque no se reconoce que existen falencias graves en el tratamiento político que requiere el cauce. Solo un congresista estuvo en el recinto, Cristian Moreno, quien se tomó el trabajo de estar de principio a fin, pero ni el único senador ni los otros representantes se acercaron para conocer en qué estado y qué se hace para recuperar el río.
Lo importante es que se dijeron unas cuantas verdades. El director de Corpocesar, Kaleb Villalobos, dijo que el problema no es la espuma que observamos cuando pasamos por el puente Salguero, en la vía Valledupar-La Paz, que es el símbolo de la contaminación. El problema es lo que va debajo de la espuma, que es justo lo que hay que mejorar. El representante de la empresa Aqua de Colombia, Felipe Ince, firma que tiene a 30 años un contrato para el tratamiento de las aguas residuales, tocó un tema importante como es el reuso del agua tratada, que hoy no puede hacerse y que sería, según su parecer, una solución para hacer sostenible el proceso.
Ya sabemos que el río no se recuperará de la noche a la mañana, que el trabajo que se debe hacer no es solo en el puente Salguero, donde caen justamente las aguas residuales de Valledupar, sino desde la cuenca alta, pasando por la media hasta llegar a su desembocadura en la ciénaga de Zapatosa, que no solo es una tarea de las autoridades ambientales, de los gobernantes, sino de las comunidades.
Conocimos que ya Corpocesar inició procesos preliminares contra setenta empresas por exceder los límites de vertimiento al sistema de alcantarillado de Valledupar. Ese es un paso importante, porque de ahí depende que se disminuya la carga contaminante que hoy le está llegando al río Cesar. Si al final de este proceso, la entidad rectora del medio ambiente en el Cesar sanciona a algunas empresas, seguramente se ajustarán a la norma y cumplirán con sus responsabilidades. Y si a esto, se le suman otras acciones urgentes para contribuir a la descontaminación del río, las cosas podrían mejorar sustancialmente.
Por eso no debe quedar en el cuarto del olvido la propuesta de crear una veeduría para el río Cesar, que el entusiasmo que se vivió en el recinto con más de 300 personas, entre estudiantes, comunidades, autoridades, empresas, políticos, se pase con los días santos y todo vuelva a la normalidad: la indiferencia frente a este recurso hídrico que recorre en 280 kilómetros a 11 poblaciones.
Esperamos también que se resuelva la nueva concesión, esta vez para tratar las aguas residuales que le caen al Cesar, con objetividad, imparcialidad, sin revanchismo político ni intereses económicos, sino pensando en el bien común.