Dándole continuidad a esta versión, encontramos que este documento apunta decir que los Gómez Daza no figuran entre los grandes ricos de la ciudad, pero era una familia de gran influencia política.
Para la época en que John May radica su descubrimiento en Bogotá, Juan Gómez Osío era un hombre mayor. Su hijastro Antonio, dedicado al quehacer político, se puso al frente de los negocios de la familia. Al propagarse la actuación del norteamericano, Amaya Daza demandó al estado, pero no representando los intereses de su padrastro propietario de las tierras, sino a nombre propio. Tal vez calculando que más temprano que tarde el anciano moriría y parte de las tierras la heredaría su madre y luego él.
René de la Pedraja, historiador que estudió el proceso jurídico, narra que Antonio Maya Daza alegó que las minas de carbón estaban bajo su dominio y presentó unos títulos de 1778 y 1782, se ignora si el notario Juan José Brugés Escala tenía los instrumentos para verificar la autenticidad del documento de 80 años de antigüedad en esa época; sin embargo, protocolizó sin reparos la escritura: “Antonio Maya Daza presentó titulo original de propiedad que el gobierno español le entregó al señor don Nicolás Landaeta, en 1778, del globo de tierras nombrada El Cerrejón, y conocido también con dé el de tierras de Corazonal jurisdicción de Barrancas”.
En fallo de primera instancia en Riohacha, un juez le revocó a John May su reconocimiento como descubridor y se lo otorgó a Amaya. Sin embargo, Aníbal Galindo, Secretario de Hacienda del Gobierno Nacional, sospechaba que algo andaba mal, al observar que los supuestos títulos que presentaron curiosamente no fueron registrados en la Notaria de Riohacha, sino hasta 1866, es decir, después de anunciado el descubrimiento de las minas por May.
Dos años después de iniciarse el litigio, Gómez Osío fallese inocente del proceso que adelantaba su hijastro. El 30 de diciembre del mismo año Antonio Amaya Daza se presenta de nuevo a la Notaria, anexa otros documentos de propiedad; donde habla de El Cerrejón incluye ahora los Corazonales y afirma: “en las cuales se halla la mina de carbón de piedras, descubierta y denunciada por el exponente”. Amaya ignora nuevamente el nombre de su finado padrastro. La apelación a la Corte Suprema Federal no se pudo hacer porque el documento del fallo desapareció misteriosamente del juzgado. Al final el Secretario de Hacienda volvió a declarar el 29 de agosto de 1883 que El Cerrejón pertenecía a la región.
Antonio Amaya Daza no se da por vencido en los documentos elimina la palabra Cerrejón y mantiene Corazonal, terreno que pertenecía a su padrastro, hoy parte del Cerrejón Zona Norte, intenta conseguir contratos y permisos para la explotación de la mina, con prestigiosos abogados como José Manuel Goenaga y Nicolás Esguerra. Así mismo, fue frustrado el intento de buscar financiación con el empresario Francois Víctor Dugan.
Por otra parte, la primera explotación de la mina tampoco fue la que inició el consorcio Carbocol-Intercor en 1985.
En el siglo XIX se dio una pequeña explotación artesanal. Existe un documento que registra un embarque de carbón mineral desde Riohacha hasta Colón (Panamá) en 1883, realizado por el comerciante judío Samuel Pinedo, posiblemente para suministrarle al ferrocarril que unía ambos océanos. Los vecinos mayores de la zona de Barrancas dan fe de la existencia de por lo menos un socavón en Corazonal.
Por Hernán Maestre Martínez