Decir desde esta columna de opinión que Venezuela está bajo la dictadura de Nicolás Maduro, que a diario suceden aberrantes episodios de flagrantes violaciones de los derechos humanos, que hay presos políticos, por el solo hecho de pensar diferente al régimen, es expresar lo que todo el mundo conoce a través de los medios, o por experiencia propia.
Pero cosa distinta es lo hecho por la Fiscal General de la Nación, Luisa Ortega Díaz, quien siendo funcionaria pública, militante del chavismo para más señas, sin pelos en la lengua y, ante la opinión pública, se declaró contraria a la Asamblea Nacional Constituyente que, desde el Palacio de Miraflores, viene urdiendo Maduro, y que como él mismo ha dicho, piensa defender sino con votos, con armas, más aún, acaba de postular a su hijo Nicolás Maduro Guerra, para que ocupe uno de los 545 constituyentes elegidos.
A la valerosa Fiscal no le ha temblado la voz para expresar su radical oposición a la Asamblea Nacional Constituyente, y ha expresado que en Venezuela se quebrantó el orden constitucional y legal, e insiste en desconocer las dos últimas sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, una de las cuales otorga competencia a la Defensoría Pública para que adelante investigaciones penales.
Desde luego que el régimen de Maduro ya la calificó de traidora, le impidió la salida del país y le confiscó sus bienes, todo ello sin un previo juicio, y sin respeto de las mínimas garantías procesales. Pero no conforme con lo anterior se está estudiando la posibilidad de declararla como “enajenada mental”.
Mientras esto sucede, el pueblo hambriento, sale a las calles a protestar por el desabastecimiento, a mostrar su total desacuerdo con la Asamblea Nacional Constituyente, y a enfrentarse con las tanquetas de la Guardia Nacional. Se estima en 100, el saldo de muertes violentas en Venezuela en los últimos 91 días, sin que ninguno de estos decesos haya sido investigado, por la autoridad competente, quedando en la más aberrante impunidad.
La pregunta que todos nos hacemos es ¿Hasta cuándo podrá Nicolás Maduro hacerse el de la vista gorda, y sostener un régimen ilegítimo, totalitario y cínico?
Lo que pase con Luisa Ortega Díaz, sin lugar a dudas, generará el repudio de la comunidad internacional, será privada de su libertad, convirtiéndose en una presa política más en las cárceles de Venezuela, y el país continuará desangrándose. La inoperante Organización de los Estados Americanos seguirá llena de buenas intenciones, pero sin poder tomar decisiones de fondo, por cuenta de los votos políticamente “amarrados” de buena parte de sus miembros. Las fuerzas armadas venezolanas seguirán leales al régimen, disfrutando de las generosas prebendas burocráticas del Gobierno de Maduro, sin importarle mucho el futuro de la patria, que un día juraron defender. ¡Qué tristeza!
Por Darío Arregocés Baute