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Una tarde en con el cronista Alberto Salcedo

Sucedió en Valledupar, en el encuentro de investigadores de música vallenata que anualmente realiza la Universidad Popular del Cesar. Alberto llegó a hablar de lo que más sabe;de periodismo y especialmente de cómo elaborar una buena crónica, ante una nutrida asistencia de investigadores, escritores, columnistas, documentalistas y público en general;eso sí, con escasa presencia de periodistas locales, a quienes por lo general no les interesan estos temas, solo Herlency Gutiérrez, Aquilino Cotes y Jorge Laporte, acudieron. La calurosa tarde vallenata fue el preámbulo de una inolvidable experiencia, disfrutamos 3 horas, con las historias de un hombre que ha conquistado muchos galardones y tiene mucho por enseñar, precisamente cuando nuestro periodismo atraviesa una coyuntura difícil por la penetración de la política y la forma como se están abordando temas importantes del país.

El conversatorio arrancó, pero rápidamente aparecieron los episodios de Macondoque nunca nos abandonan: meseros repartiendo peto y empanadas, lo que obligó al conferencista a interrumpir la plática, pero sirvió para integrarse con los asistentes y ?mamargallo? como suele ocurrir cuando se encuentran varios costeños;salió a relucir el pantalón color perra corriendo de Felix Carrillo; la deteriorada boina cheguevarista de Rafael Oñate; la barba estilo Fidel Castro del Dr. José Romero Churio; las interrupciones de la señora RuthRamírez, quien quería participar, participar y participar; la foto para redes socialesque no podía faltar, en fin.

A punto de reiniciar, Salcedo se dio cuenta de que en el pendón que promocionaba su charla, le habían cambiado el apellido Ramos por Uribe, “Alberto Salcedo Uribe” y con esa espontaneidad costeña que lo caracterizase le escuchó decir:“Nojoda y por Uribe, lo que faltaba”, el?Mono Quintero conocedor de su posición antiuribista gritó: “!Eso es que va con Zuluaga!”;entonces, el cronista respondió un poco afectado:¡Ni loco!Por fin inicio el viaje por los vericuetos de la crónica, calificándola como una propuesta estética que produce placer en el texto y citó a Robert Stevenson: “Contar historias es escribir de gente en acción”, aseveró que un periodista debe adaptarse a su personajee inmiscuirsecon sutileza, olvidándosede la entrevista asfixiante, habló de como realizó su crónica con el cabo WilliamPérez, rescatado en laOperación Jaque,y de la de un niño en el Chocó, que recorre muchos kilómetros para llegar a la escuela y le mereció un premio muy importante en España;luego vinoel temade García Márquez, desmenuzado con gran maestría.

En este encuentro, conocí aun hombre autentico y caribe que no sabe hacer arroz, temeroso de enfrentarse a realizar una novela, que se deja ?sacar la checa?, como dicen en Barranquilla, con los insultos; el tema de Silvestre Dangond y su diatriba,prefirióobviarlo y lo entendí,mejor hablar del Nobel que del cantante de Urumita. Un hombre de frases, dijo que sus primeros libros los leyóen los anaqueles del viento,en Arenal (Bolívar),cuando tenía 7 añosy soñaba con ser escritor, su padre, igual que el mío, le dijo que de escribir historias no se vivía. El cierre, no pudo ser mejor, con el cuento de la puerca de El Viejo Emiliano Zuleta con Carmen Díaz, relatado magistralmente por el juglar, Julio Oñate Martínez. Gracias Alberto, espero que vuelva pronto.

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