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Una sucesión de noticias

Las noticias se atropellan para estar en primer lugar. Es como si estuvieran en fila india, o ‘en turno’ como dicen en las colas de las EPS, para lograr el protagonismo, que es flor de un día. Ya no existe el seguimiento de las mismas, así como aparecen vienen otras y las van tapando, las mandan para el olvido o las dejan en remojo para que algún día se haga alusión a ellas o renazcan.

No había asimilado, ni lo haré en mucho tiempo, la muerte del amigo y maestro Jorge Consuegra cuando apareció con fuerza el secuestro de Salud Hernández, después las especulaciones chismosas, las de siempre, las que son una delicia para el pueblo que las agranda y crea las suyas propias.

Me devuelvo a la de la partida del escritor, crítico literario, profesor, mi maestro y gran amigo Jorge: vino por última vez, pocas veces lo hizo, a Valledupar, a presentar la edición número nueve de mi novela ¡Los muertos no se cuentan así!, que él mismo dirigió desde su Fundación Libros & Letras, y departimos con amigos entrañables, otro también ya partió al infinito. Fueron varias las entrevistas que me hizo y publicó en algunos periódicos, también en su revista Libros & Letras, que guardo con orgullo. A los pocos días de haber regresado a Bogotá, a su encomiable labor de formar periodistas y escritores, le fue detectada la leucemia contra la que luchó, pero no pudo vencer. Se fue y dejó mucho dolor, mucha nostalgia, dejó esa estela de sentimientos tristes que siempre dejan los que se van, perdurable en el recuerdo y en el afecto.

Para el mundo periodístico el secuestro de la periodista colombo española desdibujó el interés por contar sobre Jorge Consuegra, y se zambulló en una maraña de críticas, de consejas, de desmesuras, como siempre que hay un secuestro u otro suceso cruel, porque el secuestro es cruel, sin saber si se está poniendo en riesgo la vida de la víctima.

Ahora, un titular en grandes letras o caracteres (antes era letras de molde) dice: Gossaín revela secreto de Gabo que nadie sabía. Bueno, si es secreto no se sabía, pero se va uno a la noticia con ansias de saber algo más sobre el Nobel, y resulta que era su deseo de que lo sepultaran en Cartagena. ¡Eso no es un secreto, es un testamento sentimental! No olvidar que Gossaín es un escritor que hace malabares preciosistas con las palabras.

Y así. Todavía están ardientes las liberaciones de Salud Hernández, de Diego D’pablos y de Carlos Melo y siguen las especulaciones y las aclaraciones, mientras en La Guajira está rondando el hambre a los niños y el Gobierno se apresta a intervenirla.

Ese es el diario vivir del periodismo o de los periodistas: una sucesión de noticias por cubrir, en un país en el que se ha vivido siempre, pero que nunca se acaba de comprender, solo sentir pesar, que no lástima, por él.

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Mary_Daza_Orozco: