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Una señora patillalera formó en el Valle una gritería

Juana Arias, la mujer que provocó el canto 'La patillalera' al maestro Rafael Escalona. FOTO/CORTESÍA.

A comienzos de la década del 50 del siglo pasado una canción del maestro Rafael Escalona llamada ‘La Patillalera’, dio cuenta que una abuela puso el grito en el cielo porque un camionero se había llevado a su querida nieta.

Efectivamente, el domingo 31 de marzo de 1951, Luis Manuel Hinojosa Sierra se llevó a Carmen Ramona Bracho Cataño, la nieta de Juana Arias. Se la llevó por amor para el caserío de ‘Los Corazones’, jurisdicción de Valledupar.

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Dos corazones enamorados escogieron el sitio indicado, por nombre y por placentero para darle rienda suelta al romance que se impuso ante la desaprobación de una abuela que quería lo mejor para su nieta.

Ella gritaba yo crié a mi nieta
con buena ropa, con buen calzado
con mucho esmero y estimación,
pa’ que ahora venga ese sinvergüenza
nariz parada, Patillalero
a entusiasmarla con su camión.

El tema relata que Juana Arias armó un alboroto en Valledupar por el rapto de su nieta. Todo quedó ahí y con el paso de los años nadie supo de la vida de esos seres incluidos en una interesante canción que se extendió por el mundo en las voces de distintos cantantes comenzando por Alberto Fernández.

Los protagonistas hace algunos años accedieron a contar con pelos y señales el episodio que los hizo felices con dos hermosos hijos y que después por cuestiones del destino se separaron. Comenzaron diciendo las edades que tenían cuando arrancó esa película de amor provinciano. Él, tenía 28 años y ella 10 menos.

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La nieta pechichona y consentida

Carmen Ramona, muy seria, relató que ese capítulo de su juventud estaba en el olvido y que por primera vez quería contar “para que además de la canción que dice nada más que nos fuimos y de la rabia de mi abuela, se sepa toda la verdad. Esos amoríos fueron cortos y mi abuela tenía toda la razón en oponerse, pero como el amor no entiende razones, después vinieron las lamentaciones”.

Sin más preámbulos puso al cerebro a darse un paseo por el ayer. “Vivía en Patillal en la casa de mi abuela y conocí a Luis Manuel, que también vivía allá y manejaba un camión que hacía viajes para todas partes. Exactamente lo conocí en el matrimonio de Delio Gutiérrez Maestre y Teolinda Hinojosa. Bailé por primera vez con él en la casa de Rosita Celedón, luego de asistir a una velación de la Virgen del Carmen que hizo Rosa Catalina Hinojosa”.

Ella explicó la primera etapa de esos amoríos ocultos en la tierra que es como una melodía que al oírla provoca cantar. “Nos enamoramos a pesar de que mi abuela no quería porque decía que él no me iba a brindar ninguna felicidad y que mejor me metiera con un indígena de Atánquez. No le hice caso y duramos dos años de relaciones hasta que me vine con mi abuela para Valledupar. Bajamos en casa de una tía en la carrera 9 con calle 16B cerca al almacén ‘El Todo’. Luis Manuel se había venido antes y entonces una noche fuimos a cine y decidimos no darle más largo a nuestra relación y nos fuimos en su camión para ‘Los Corazones’, llegando a la casa de Sarita Martínez”.

A pesar del paso de los años, la película la tenía fresca y sin muchas preguntas continuó contando. “Allá me dejó varios días porque tuvo que hacerle un viaje a Maracaibo al señor Roberto Hinojosa”.

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Su memoria estaba acelerada y en contacto directo con su lengua y no paró de contar y contar. “De allá me trajo a vivir a Valledupar, exactamente al barrio Cañaguate. Salí embarazada de mi hija María Paulina y después al poco tiempo me fui para Patillal donde nació Jorge Luis. Los niños nacieron bastante seguidos. María Paulina nació el 19 de mayo de 1952, y Jorge Luis el 3 de julio de 1953”.

Lo que empezó tan bello y con el encanto de esos amores encerrados en un solo corazón no duró mucho tiempo porque Luis Manuel Hinojosa direccionó su corazón hacía otra mujer y todo terminó en el lapso de tres años.

La conclusión de la relación así la relató Carmen Ramona. “Cuando vi que Luis Manuel no tenía que ver conmigo y estaba enamorado de su prima Celina Sierra, no tuve otra alternativa que olvidarme de él. No lo busqué, ni le dije nada porque a nadie se puede forzar para que viva con otro. Me dolió terminar algo que comenzó viendo una película que en mi caso no tuvo un final lindo”. Unas lágrimas aparecieron en su rostro como marca de aquel recuerdo.

En ese instante ella recordó las palabras de su abuela quien murió 14 años después del suceso. “En esos momentos difíciles comprendí que mi abuela tenía la razón y que en verdad el hombre en que deposité todo mi amor y confianza me dio la espalda. Ella me recibió en su casa y me ayudó a la crianza de mis hijos. A mi abuela la recuerdo como una persona correcta, querendona, humilde, trabajadora, que cargaba una calilla en la boca con la candela hacía adentro y que siempre quiso el bien para mí”.

Relato de Luis Manuel

El dueño del famoso camión Luis Manuel Hinojosa Sierra, nunca olvidó que la legendaria Juana Arias era una mujer brava que no gustaba de él y que no quería que se le acercara a su nieta.

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Desde cuando Carmen Ramona tenía 16 años nosotros nos ennoviamos, pero yo no contaba con la aprobación de su abuela. Ella me hizo la vida imposible porque no gustaba de mí y le decía a la muchacha que me sacara de su vida, pero ella no le cogía sus consejos. Era la único que estaba a mi favor”.

Como conduciendo aquel camión de manera lenta contó. “Una vez fui de mañanita a su casa y Juana Arias estaba haciendo café, me tiró una panela y me sacó a empellones diciéndome que no volviera por allá. Con Carmen Ramona nos veíamos a escondidas y entonces yo decidí venirme de Patillal para Valledupar y ella se vino atrás y sucedió todo”.

Luis Manuel Hinojosa Sierra, el dueño del camión que se llevó a la joven Carmen Ramona Bracho – Foto Santander Castro

Frenó en seco para hilvanar mejor sus ideas y comentó. “Carmen Ramona era una morena hermosa y muy querida. Tenía 18 años cuando me fui con ella para ‘Los Corazones’. Recuerdo que me la llevé en mi camión marca Ford F5, color rojo, modelo 46. Eso fue exactamente el 31 de marzo de 1951 en horas de la noche después de ir a cine”.

Entró al campo del escándalo de la abuela y dijo: “Me cuentan que el día siguiente de que me llevé a Carmen Ramona, ella salió a buscarla y alguien le dijo que la habían visto conmigo. Entonces armó un alboroto diciendo que me iba a poner preso y otras cosas, pero yo sabía que eso no podía ser porque lo nuestro fue gusto a gusto y estábamos mayorcitos. Ella no pudo conmigo y le tocó conformarse. Al poco tiempo hablé con ella y aunque estaba brava entró en razón”.

Eso sí hizo énfasis que separarse de Carmen Ramona no le cayó nada bien a la abuela que no formó un escándalo como en aquella vez, pero le mandó un recado grosero que todavía recuerda, pero no lo dijo.

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El canto de Escalona

Sobre la obra ‘La Patillalera’, Luis Manuel Hinojosa señaló: “Rafa Escalona le sacó punta a ese suceso e hizo la canción. Nosotros parrandeábamos mucho y una vez se montó al camión donde le conté sobre la muchacha. No pasó mucho tiempo cuando escuché la canción y me gustó porque decía la verdad”.

También contó que en la época de la conquista tuvo una competencia con el acordeonero Lorenzo Morales. “Él estaba loco por ella y hasta le sacó una canción con su nombre, ‘Carmen Bracho’, pero ella no tenía ojos para nadie que no fuera yo”.

Todo quedó resumido para la posteridad gracias a una abuela que protestó “Porque la nieta que más quería, la pechichona, la consentía, un dueño de carro cargó con ella”.

Finalmente Luis Manuel Hinojosa indicó que después de vivir con Carmen Ramona se enamoró nuevamente casándose con su prima Celina Sierra, de cuya unión nacieron 8 hijos.

Testimonio del maestro Escalona

El maestro Rafael Escalona también contó su versión de este hecho que convirtió en canción.

La historia me llamó poderosamente la atención al contarme ‘Chemita’ Carrillo, secretario del Juzgado Promiscuo de Valledupar a cargo del doctor Hernando Molina Maestre, sobre el caso de Juana Arias, una humilde mujer de mi tierra Patillal, que energúmena fue a entablar una querella contra Luis Manuel Hinojosa porque se había llevado a una nieta suya”.

Continuó hablando del complicado y luego cantado caso. “Ella pretendía que le cayera todo el peso de la ley a Luis Manuel, pero el doctor Molina la escuchó y cuando la señora esperaba una drástica sentencia, él le propuso que se tranquilizara porque ya esos eran hechos consumados, que no tenían remedio, dada la edad de la nieta y lo mejor era dedicarse a criar los bisnietos que pronto vendrían en camino”.

El maestro Escalona, quien también escuchó la versión del dueño del camión a quien conocía, quedó motivado y a los pocos días comenzó a silbar y a cantar una nueva obra que tituló ‘La Patillalera’, donde cuenta el resonante suceso jurídico-sentimental con el que reafirmó la indiscutible narrativa de la música vallenata.

Moralito, el enamorado

En esta película también apareció como personaje secundario Lorenzo Miguel Morales Herrera, legendario acordeonero y compositor, quien no negó que entró en ese litigio de amor, pero que salió perdiendo. Estuvo perdidamente enamorado de Carmen Ramona Bracho e incluso lo inspiró para componer el merengue que lleva su nombre.

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Eso contó Moralito: “Desde que la vi me llamó la atención. Era muy bella y entonces le hice la canción ‘Carmen Bracho’ donde digo lo que sentía en ese momento. Ella no quiso nada conmigo porque estaba enamorada de otro y yo insistí, pero no logré nada”.

Carmen Bracho no sabe la pena
Carmen Bracho no sabe el dolor
si supiera la acobardaría
la negra tristeza de mi corazón.
Yo no puedo pasar la Malena
porque allí es que se aumentan mis penas.
Yo no puedo volvé a Patillal;
esa pena me puede matar.

Al contarle en aquel momento de la entrevista a Carmen Bracho sobre ese hecho manifestó: “Lorenzo era un loco perdido por mí, un enamorado persistente y como sería que hasta me hizo una canción donde dice que yo era la única que le podía quitar la tristeza del corazón”.

Carmen Ramona Bracho Cataño, la nieta de Juana Arias – Foto Santander Castro

Y fue más allá. “Lorenzo Morales me conoció en el matrimonio de mi tío José Cataño, al que asistí con mi abuela al caserío del Alto de la Vuelta. Desde que me vio se volvió loquito, me dedicó todas las canciones y hasta se fue para Patillal detrás de mí. Nunca le paré bolas, pero mi abuela en cambio me decía que lo atendiera que no se me iba a quitar nada, pero a mí ese hombre no me gustaba, a mi gustaba era Luis Manuel”.

Así concluye la historia que tuvo varios capítulos donde el escándalo de una señora provocó una canción en el cual se calcó el amor escondido en dos grandes corazones y que con el paso del tiempo se sigue recordando. También del acordeonero enamorado que fracasó en su intento, pero desde su perspectiva expuso su amor sincero en un canto.

Esos son los detalles del alma desde donde el vallenato raizal se convierte en crónicas cantadas, y hace posible como en aquella ocasión que una señora patillalera muy elegante y vestida de negro, formara en el Valle una gritería…

Por Juan Rincón Vanegas     @juanrinconv

Categories: Crónica
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