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Una semana de reflexión

Los colombianos tienen una cita con la democracia el próximo domingo, cuando deberán se elegir un nuevo Congreso de la República, que tendrá la gran responsabilidad de asumir la trascendental función de legislar y realizar el control político al gobierno que suceda a Álvaro Uribe Vélez.
Y no se trata de un proceso electoral normal, sino – por el contrario- de renovar una de las ramas más importantes del poder público en Colombia, que afrontó la mayor crisis de legitimidad y credibilidad en toda nuestra vida republicana, como consecuencia de los presuntos nexos de un buen número de sus miembros, aproximadamente la tercera parte, con grupos al margen de la ley, específicamente con grupos de extrema derecha o autodefensas.
Ese proceso, denominado por los reporteros políticos y judiciales, como la parapolítica ha sido uno los más críticos de la clase política colombiana, mucho más grave y dañino que el llamado proceso 8.000.
De allí la importancia y la trascendencia de las elecciones del próximo domingo 14 de marzo, cuando se presenta la oportunidad de renovar la integración del Congreso de la República, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, aunque diversos estudios confirman que los colombianos sufren de una amnesia política y la gran mayoría olvidó, por ejemplo, por quien votó en las pasadas elecciones para Congreso, y además en una gran proporción los candidatos repitentes salen elegidos y otros que durante años han conservado estructuras políticas basadas en el clientelismo y la corruptela vuelven a salir elegidos o se hacen elegir, en cuerpo ajeno, a través de sus hijos, esposas, hermanas, hermanos u otro tipo de parientes, y a la final, a pesar de cierto inconformismo de la gente, vuelven a votar, en una gran proporción, por “los mismos con las mismas”.
De allí la gran responsabilidad que tiene la ciudadanía con su participación activa, alerta y consciente en el proceso electoral. Es un deber de los ciudadanos, insistimos, informarse sobre las propuestas de los distintos candidatos, su hoja de vida, su trayectoria y la de los movimientos políticos que los acompañan, y votar de manera libre, soberana y responsable.
Aquel ciudadano que vende el voto, o lo cambia por una falsa expectativa de empleo, contrato u otro tipo de dádiva, no tiene derecho a quejarse de las imperfecciones y podredumbre de nuestro sistema político. La democracia nos ofrece derechos y debemos hacer uso de los mismos, pero también nos impone deberes y estos implican una gran responsabilidad con el resto de nuestros conciudadanos.
Hay que votar, insistimos, hacerlo de manera libre y responsable, inclusive sino le gusta ninguno de los candidatos a una determinada corporación puede hacerlo en blanco, esta opción también tiene su valor y su significado.
Los organismos de control, es decir la Procuraduría General de la Nación, la Contraloría General de la República, y el Consejo Nacional Electoral, cada uno en lo de su competencia, como también la Fiscalía General de la Nación en lo suyo, tienen que disponer de sus sistemas de alerta para evitar que se concreten delitos contra el sufragio y se manipule, de alguna y otra manera, la voluntad del elector.
Es inaudito la plata que se dice, de manera extraoficial, se está moviendo en estas campañas políticas, se habla de miles de millones de pesos, que por simple sentido común no serán recuperados por la vía de la reposición de votos o de los salarios de los parlamentarios, sino que, a todas luces, saldrá de las arcas públicas para seguir alimentando la corrupción y el clientelismo, como sucede cada cuatro años, y no se hace nada para evitarlo.
Y no se hace nada por la sencilla razón que quienes hacen las normas electorales, es decir quienes fijan las reglas de juego, son los mismos políticos, la gran mayoría de los cuales están acostumbrados a pescar en río revuelto y poco o nada les interesa la depuración de nuestro obsoleto sistema electoral que deja muy mal parada la imperfecta democracia que tenemos.
No obstante, y a pesar de todo lo anterior, hacemos un llamado a la ciudadanía, a todos nuestros lectores, potenciales electores, a participar de manera alerta y activa en el próximo debate electoral; reiteramos informándose, conociendo y comparando las propuestas de los distintos candidatos y votando a conciencia, por el candidato de sus preferencias o en blanco si las opciones que hay no les satisfacen.
La abstención es una opción que se reservan algunos, respetable; pero consideramos que el abstencionista no tiene luego autoridad moral para quejarse ya que con su actitud, quiéralo o no, contribuye a que las cosas sigan iguales.

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