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Una realidad político-social

Por: Basilio Padilla

A pocos días de las elecciones a congreso se ve una actividad intensa proselitista de todos los candidatos a congreso, así como también los precandidatos a la presidencia, después de la reciente y al final pronunciación de la corte constitucional en contra de la reelección.

Teniendo la oportunidad de recorrer distintas áreas del departamento del Cesar, algunas conclusiones son imperativas que expresemos en esta columna porque ellas representan, no la opinión aislada de una persona, sino una realidad político-social y económica que por muchos años ha sido la constante firma de nuestros pueblos y ciudades. La miseria, falta de trabajo, falta de servicios públicos y falta de educación, reina por todas partes. En poblados y veredas de Valledupar, San Diego, Codazzi, Chiriguana, San Roque, El Burro, Pailitas, Curumani, Pelaya, Aguachica entre otras, reina el descontento y las caras de tristeza  de las personas que se reúnen a escuchar a los distintos candidatos, sin tener clara idea de quienes son o a que partidos pertenecen.

El común denominador es el “líder” que con el estímulo de algún incentivo económico los conducen a distintos puntos a escuchar las palabras, arengas y discursos “veinte julieros” de todos los candidatos que a la postre llegaran a esas posiciones y no podrán hacer mucho y otros no tendrán la  voluntad de hacerlo. En muchos casos, muchas de estas personas humildes, solo van por la promesa  de algún refrigerio, una camiseta o algo de comer. El cuadro no ha cambiado desde la época en que muchas veces recorrí el departamento del Cesar, haciendo la campaña a la gobernación en el año 2000. Las caras lánguidas, los pedidos de medicinas, empleo, dinero y otras cosas siguen siendo iguales. Es un cuadro de  crecimiento humano sin control, poblados carentes de planeación y gentes viviendo en medio de callejones abiertos, chozas antihigiénicas, perros, vacas, chivos y demás animales.

Los valores humanos decaen sin que podamos hacer nada por ello y donde el común denominador de todos los ciudadanos, es el hecho de que los políticos después de ser elegidos y después de tantos ofrecimientos, no hacen nada. La credibilidad anda por el suelo, hasta en los pueblos de donde  provienen nuestros administradores. Contaba una de las personas de la población de Chiriguana que el alcantarillado tenía dos años y medio de estar en proceso de construcción y cada vez se alargaba más.

La situación de necesidades es igual, aun para aquellos municipios que han tenido el privilegio de recibir cuantiosas sumas por concepto de las  regalías. Ante esta situación me atrevería a hacer algunas sugerencias, si es que queremos salir del letargo social y económico en que nos encontramos. Primero, establecer proyectos de ley que exijan algunos requerimientos de todos aquellos que quieran  ocupar puestos públicos, como alcaldías y gobernación y que tempranamente fundamenten sus programas de gobierno, con proyectos realistas y no casas en el aire. Segundo, crear organismos de veeduría que constaten no solo la realización de estos proyectos, sino la vigilancia económica de los mismos. Tercero,  acabar con la desorganizada  entrega de millones y millones en contratos y las excesivas comisiones en las que todo el mundo quiere participar. Cuarto, acabar con la injerencia política de alcaldes y gobernadores en los procesos políticos, los cuales tratan hacer elegir a sus amigos y personas de más confianza, sin importar que estas no tengan las cualidades o perfil  para tales puestos, con el único interés de perpetuarse en el poder. Quinto, hacer el proceso de revocación de mandatos más fácil. Sexto, mantener a todas aquellas personas bien cuestionadas, por fuera de estos procesos políticos, así como también el uso de terceros para continuar en el ambiente político-administrativo de las regiones y finalmente investigar el uso indiscrimado de largas sumas de dinero, especialmente las de dudosa procedencia, para comprar posiciones de elección publica y sobre todo comprar las conciencias de una población llena de miseria que fácilmente se puede influenciar por los estímulos temporales de dádivas y dineros. Estos elementos apenas serian un comienzo, pero como ciudadanos de bien, debemos iniciar  esta discusión.

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