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Una protesta interesante

Terminando el 2016, los habitantes de la segunda ciudad más importante del país, Medellín, se encontraron con una sorpresa poco agradable para ellos: ¡Las bibliotecas públicas de la capital antioqueña se encontraban cerradas! Inmediatamente la comunidad antioqueña puso la queja, y más aún, en época de vacaciones, cuando la mayoría de ellos se dispone a hacer uso de los distintos servicios gratuitos (leer, acceso al internet, exposiciones, ciclos de cine, teatro, discusiones, talleres, ferias, concursos, recitales, fomento del arte local, conversatorios) que se prestan en estos espacios.

Las bibliotecas son motores de desarrollo de una sociedad y, sobre todo las de carácter público, puesto que estas están destinadas a facilitar el acceso equitativo a los libros y a distintas herramientas educativas y culturales. Son lugares en los cuales la comunidad de manera autónoma puede desarrollar y encontrar conocimiento.

Esta protesta me resultó muy interesante, ya que los índices de lectura en Colombia son realmente precarios en comparación con otros países, y aunado a ello, el número de bibliotecas existentes son muy pocas y de escasos recursos. Los gobiernos, en especial los latinoamericanos, restan importancia a los temas educativos, así es como el presupuesto de las bibliotecas públicas siempre es más que limitado.

Para aquellos que han tenido la oportunidad de recorrer las ciudades de Estados Unidos de América, Francia, Suiza, Italia, Canadá, Portugal, España, Alemania, entre otros países, sabrán que siempre hay una parada y foto turística obligatoria: la visita a las majestuosas bibliotecas públicas. Estás son utilizadas masivamente por los ciudadanos para temas educativos, investigativos y culturales. Además, también organizan eventos, ferias, congresos que nunca están demás en una urbe.

No obstante, afortunadamente en Colombia entre los años 2002 y 2010, se promovió, con la ayuda del gobierno japonés en cooperación con el Ministerio de Cultura, el programa “Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas”. Dicho programa buscó mejorar y adecuar la infraestructura de las bibliotecas públicas, actualizar las colecciones y volúmenes de libros, textos y material audiovisual, y generar una campaña de divulgación, formación, promoción y fomento de la lectura en todos los niveles.

Ahora bien, no es necesario salir del país para vislumbrar lo anterior. La ciudad de Medellín posee 16 bibliotecas públicas a lo largo y ancho de su territorio, incluso han construido parques bibliotecas. Los paisas definen la construcción y dotación de bibliotecas como una estrategia exitosa para fomentar la inclusión y la participación ciudadana. Pero paseando más cerca, actualmente en Santa Marta, se está construyendo una mega biblioteca, que seguramente aportará al desarrollo de la perla.

Esta considerable y justa protesta de los paisas debe servirnos de ejemplo a nosotros los vallenatos, con el fin de generar distintos y nuevos espacios para todas las edades y gustos, y así gozar de una sociedad de alto grado intelectual. Para ello, es necesario poseer de una buena infraestructura y medios, y de esta manera implantar una cultura de lectura. Por este motivo esta columna es una invitación a las autoridades gubernamentales de nuestro departamento y municipio, como también a las entidades privadas, a la caja de compensación Comfacesar para que emprendan proyectos como el de una mega biblioteca para la ciudad de Valledupar. ¡Estoy seguro de que esto le proporcionaría un gran desarrollo al Valle del Cacique Upar como un espacio democratizador de cultura! Algunos preguntarán por qué y para qué visitar bibliotecas, la respuesta es simplemente porque pueden darle la vuelta al mundo sin salir de ellas, y porque son universos enteros en medio de la ciudad.

 

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José Vicente Villazón: