El municipio de Valledupar anuncia que tendrá un presupuesto histórico para el año entrante. ¡Un billón de pesos! No es cualquier bicoca, es la oportunidad para transformar e impactar social y económicamente en una ciudad golpeada por la pobreza y la delincuencia. De esos recursos se anuncia igualmente que cerca de 150.000 millones serán de libre destinación. Es decir, para aquellos programas y proyectos que el alcalde defina como prioritarios. Este es entonces un llamado al alcalde para que considere una propuesta que desde CESORE venimos presentando desde hace ya bastante tiempo y consiste en lo siguiente.
La tasa de desempleo de la ciudad es la tercera más alta del país, según el DANE hay cerca de 32.000 desempleados, de los cuáles unos 19.000 son apenas bachilleres. No han logrado llegar más allá en sus estudios. Algunos de ellos son jóvenes, otros son adultos. La tasa de desempleo juvenil está en el orden del 28% y es igualmente de las más altas del país. Muchos de esos jóvenes bachilleres, están en el ‘rebusque’, mototaxismo, ventas, informalidad, básicamente en actividades poco productivas. Algunos de ellos en riesgo de caer en la delincuencia. ¿Qué pensaría uno, que es el destino más normal, de unos jóvenes que apenas son bachilleres?, pues seguir estudiando, eso es lo que haría cualquier sociedad que garantice el derecho a la educación, como debe ser el deber del Estado colombiano.
Propugnamos entonces se destine un 4% de esos recursos de libre destinación como mínimo, equivalentes a $6.000 millones de pesos, para invertirlos en educación técnica y tecnológica para los jóvenes de Valledupar, que apenas son bachilleres, y se les pueda brindar la oportunidad de seguir estudiando. Una tarea de la Secretaría de Desarrollo Económico, para que se vea su actuar. Además, alianzas con el SENA, COMFACESAR, con los institutos técnicos como UPARSISTEM y Universidades, con el fin de formar 2.000 técnicos y tecnólogos anualmente. Ya hay una experiencia interesante y de la cual se debe aprender con la Universidad del Área AndinSin embargo, hay que tener claras las 4 barreras que tienen los jóvenes vallenatos para estudiar, el apoyo debe ser integral, hay que tener una política envolvente, que atienda las barreras a enumerar: la primera tiene que ver con apoyo para el pago de la matrícula. La segunda con garantizar el transporte al plantel educativo, con un subsidio financiero y ojalá ahora que va a comenzar el SIVA, con rutas desde y hacia dichos planteles.
En tercer lugar, para los trabajos, tareas o ejercicios que ponen los profesores hay que garantizar la conectividad en la vivienda del estudiante, o en una biblioteca en el barrio, finalmente es deseable que el alumno tenga su propio computador. Claro, por supuesto que el estudiante debe ayudarse y su familia debe apoyarlo, sin embargo, hay algunos que no tienen para ninguna de estas cuatro condiciones necesarias para una educación moderna en la ‘sociedad del conocimiento’. Al dar por sentada la voluntad y el coraje para estudiar y superarse que debe tener la población joven vallenata, todas las otras se remiten al final a un tema financiero.
El cálculo es el siguiente: una carrera de técnico o tecnólogo dura entre 1 y 2 años, y en los institutos privados tiene un valor aproximado de $500.000 el semestre. Adicional proponemos un subsidio de $200.000 mensuales para transporte e internet por 10 meses, lo que da un total de tres millones por estudiante cada año. Esas son las cuentas, que comparadas con los elefantes blancos que hay en el Cesar, son aportes muy menores y perfectamente factibles para unas finanzas departamentales o municipales. 1.000 estudiantes son 3.000 millones si van a educación privada; sin embargo, está el SENA que es gratuito.
El otro tema es que estudiar. CESORE está terminando un trabajo sobre carreras técnicas o tecnológicas que necesita una economía diversificada en el Cesar. Circulará para decisión de los educadores y estudiantes, a fin de que seleccionen oficios y habilidades que realmente se requieren en el sector productivo y que van a tener posibilidades de ‘enganche’ laboral o de emprendimientos promisorios. Las necesidades de perfiles ocupacionales que están apareciendo en el estudio tienen que ver con las áreas de agroindustria, servicios ecosistémicos, economía verde o regenerativa; desarrollo de software, manejo de redes y marketing digital; en logística, comercio y ventas; en cultura, turismo e industrias creativas; en construcción y manejo de inventarios; en servicios administrativos y financieros del área de la salud y en pedagogía; inclusive como técnicos para la nueva industria de energías alternativas, fotovoltaica o eólica, y finalmente en la industria de la moda y confecciones.
No hay nada más sostenible que la educación, ella permanece, se queda con la persona, le permite un empleo o un emprendimiento. Nada sería más grato que en su rendición de cuentas, el alcalde o su secretaria de Desarrollo muestren un importante número de jóvenes formados y con esperanza de un futuro laboral promisorio, en una tierra en dónde el desempleo es rey.
Por CESORE en alianza con Radio Guatapurí y EL PILÓN