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Una peligrosa obsesión

Por Oscar Ariza  @Oscararizadaza

 

Hace algunos años una psicóloga francesa residenciada en Colombia, embriagada de eurocentrismo y de un letal feminismo, arreció contra el vallenato, alegando que las parrandas solo de hombres eran una sospechosa expresión de homosexualismo.Ahora una española, con licencia para juzgar nuestro país arremete una vez más contra Escalona por haber tenido 29 hijos, poniéndolo en contexto con violadores y abusadores de adolescentes y jóvenes.

 

Poner el ejemplo de Escalona en una columna que hace alusión a violadores como Garavito, es algo irrespetuoso, no sólo contra la familia, sino contra toda una cultura Caribe que no ha podido quitarse de encima la estigmatización que padece desde la historia, la televisión y ahora desde columnas de opinión, que en lugar de orientar generan odios y discriminaciones.

 

Juzgar a Escalona por sus tantos hijos, sería tan injusto como criticar a los españoles y cerrar las puertas a todos los que visitan nuestro país, alegando que una caterva de europeos asesinos y violadores de indígenas adolescentes, jóvenes y adultas, hace varios siglos dañaron la honra de nuestro territorio, saquearon todo el oro y nos apestaron con sus asquerosas enfermedades y vicios, ellos también dejaron hijos regados por toda la tierra y sin reconocerlos, más bien denigrando de su propia sangre; sin embargo, se les sigue haciendo homenaje y dándole gracias por su lengua y su religión a pesar de la masacre histórica que cometieron y de la impunidad en la que sigue tal exterminio.

 

Muchos españoles nos critican por ser violentos y machistas, olvidándose de su mal ejemplo, con Franco, con Eta y con todo el maltrato, los abusos y la tenebrosa xenofobia que practican contra todos los latinoamericanos y africanos. Eso es lo que hace detestable esa doble moral con la que juzgan, con la que tiran la piedra y esconden la mano.

 

Hoy quienes llevamos la música vallenata en la sangre, quienes nos alimentamos desde el tetero con ella y quienes la viven desde el sentimiento de la admiración, repudiamos el desmedido comentario de Salud Hernández, lleno de odio y de cierta obsesión peligrosa, que ve en Rafael Escalona monstruos y valores negativos que sólo cabrían en su mente, a la manera del Quijote, quien veía gigantes, diablos y engendros donde no los había, producto del delirio en el que vivía.

 

No podríamos negar que Escalona ha sido uno de los más grandes empedernidos enamorados y enamoradores del Caribe, pero no un violador ni engañador;Escalona fue un hombre que con sus poemas cantados, cautivó los corazones de muchas mujeres, pero también de hombres que encontraron en sus canciones el recurso preciso para cortejar y fundar familias ejemplares, comprometidas con los valores de nuestra región.

 

Por encima de cualquier error humano, muchos caribeños y colombianos nos sentimos representados por Escalona, por sus numerosas virtudes, más que por su fallas humanas, porque Escalona, pésele a quien le pesare es un sentimiento nacional y patrimonio de todos los que llevamos nuestra música trasnochada en la memoria, que se extiende o encoge como el fuelle de los acordeones cuando escuchamos las historias que él nos ha dejado como el mejor legado cultural para nuestra región.

 

Envío un abrazo solidarioa toda la familia Escalona, a los muchos hijos del gran canto vivo que zumba en la memoria de un pueblo, que lo reconoce como su poeta, como el embajador cultural de vallenatos, guajiros y colombianos más allá de cualquier mirada perversa que con ejemplos fuera de contexto desata odios y dolores, valiéndose de lo que pudo haber sido un error analizado desde la óptica del presente, pero que en su momento, la época y el sistema cultural lo asimilaban como permitido.

 

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