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“Una oligarquía que manda al país”

En la edición No. 1667, abril 13 de 2.014, dela revista Semana, en el diálogo entre los periodistas Daniel Samper y María Jimena Duzan, el primero confiesa que pertenece a esa oligarquía, lo mismo que el presidente Juan Manuel Santos, y nos da cuenta de cómo funciona esa oligarquía, que siempre ha gobernado este País. No obstante se proclama un hombre de izquierda. (Recomiendo su lectura).

Cosa que todos los Colombianos sabemos muy bien, que criticamos y sin embargo siempre votamos por ella para mantenerla en el poder político y económico. El problema con la oligarquía es que desconoce la miseria de las gentes y de allí, consecuentemente, nace su desinterés por ellas.

También nos cuenta Samper que alguna vez recomendó al periodista Juan Manuel Santos para subdirector del diario El Tiempo, propiedad entonces de su familia, y que el director del periódico Hernando Santos tenía sus reticencias al respecto porque consideraba al recomendado como proclive a la política, actividad que consideraba indebida como subdirector del periódico.

No obstante, fue nombrado y evidentemente aprovechó el cargo como trampolín político. En aquella época fue designado Ministro de Comercio Exterior, lo que dió origen al siguiente diálogo entre Hernando Santos y Daniel Samper, aquel dijo a éste: “viste que yo tenía razón, y Samper respondió: “Te la concedo entera”.

Samper dice que, sin embargo, votará por Santos a la reelección porque respalda el proceso de paz. Es un sofisma de distracción, ya que no hay colombiano que no quiera la paz. La verdadera razón de que Samper vote por Santos es que ambos pertenecen a esa elite cerrada bogotana, que es de las más rancias oligarquías de Suramérica.

Lo que realmente interesa al pueblo bajo es que no solamente logremos la paz física, sino que para que ésta se mantenga y sea sostenible es indispensable que el futuro gobierno, cualquiera que resulte de uno de los cinco candidatos, tenga la firme y honesta voluntad de continuar el proceso de paz, contribuir eficazmente a que se resuelvan los problemas capitales de la población mayoritaria del País, que sobrevive precariamente sin las oportunidades de recibir una educación liberadora, que sufre y padece enfermedades físicas y psíquicas por falta de adecuados y suficientes servicios de salud correlativos, y se le facilite oportunidades de acceder a la propiedad privada productiva y no solamente a ciertas formas de caridad social.

De verdad, ¿Cuándo los colombianos elegiremos un presidente cuya experiencia acumulada le permita con acierto resolver los múltiples problemas, de los ciudadanos más alejados del poder público? Por ejemplo, de los campesinos, y de los habitantes de las periferias humildes de las ciudades, a quienes nunca les llega una suplicante redención.

Es verdad que los problemas políticos, y los demás, son inevitables en la vida ordinaria de los pueblos, pues la condición humana lleva el signo de la contradicción, y que suelen ser muchos y complejos los deberes de la justicia entre los conciudadanos, pero son mayores los que se imponen a los gobernantes, más específicamente, al jefe del Estado, para con sus gobernados, quienes ya tienen conciencia de no ser meros súbditos sumisos, sino ciudadanos con derechos, como lo están demostrando las protestas y exigencias populares recientes.

Pero, por sobre todo, progresemos en la paz, cualesquiera sean los resultados electorales próximos, porque sin la paz no habrá orden ni la tranquilidad necesaria para vivir vidas verdaderamente humanas. Aunque hay que agregar que sin bienestar general no es posible la vida moral, y sin leyes justas no habrá paz.

 

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Rodrigo_Lopez_Barros.: