Es de conocimiento público la situación caótica y critica de nuestro legendario río Guatapurí con relación a su bajo caudal, a la tala indiscriminada de árboles en su cuenca alta, a la contaminación por vertimiento de residuos sólidos y aguas contaminadas, al desvío de su cuenca, a las construcciones en su ronda hídrica, al manejo inadecuado de las concesiones destinada a cultivos, a la captación de agua ilegal, los incendios forestales, a las quemas tradicionales y la falta de cultura ambiental.
Ahora se le suma, y me preocupa, que una de las estrategias para contrarrestar las causas que degradan las zonas de protección de la margen hídrica del río posiblemente pueda generar algunas situaciones de riesgo y de carácter ambiental.
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La Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, adelanta un estudio para el acotamiento de la ronda hídrica del río Guatapurí, instrumento que logrará determinar el área de protección y conservación del sistema hídrico. Esta acción se desarrolla en el marco de la implementación del Plan de Ordenamiento y Manejo de la Cuenca Hidrográfica, POMCA, del río Guatapurí, que fue adoptado por la entidad, según la resolución 0098 del 02 de marzo de 2020, lo cual considero una excelente iniciativa para la recuperación, protección y conservación del río Guatapurí.
Sin embargo, el 3 de julio de 2021 participé en un taller dentro de la consultoría para la determinación de la ronda hídrica del río Guatapurí, reunión virtual organizada por integrantes de la Unión Temporal Río Guatapurí, en cabeza del ingeniero Cristian Herrera, y Juan Carlos Quintero, como miembro activo del grupo de la sociedad civil Mesa del Árbol, en el cual pude evidenciar posibles deficiencias con relación al conocimiento de la memoria histórica del río Guatapurí, especialmente en lo relacionado con los 2 cauces secundarios que durante mi infancia tuve la oportunidad de disfrutar, como el que trascurría por los lados del predio conocido como María Puche y el del Club de Caza y Tiro, antes de llegar a nuestro pozo preferido: ‘El Triángulo’.
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Por lo anterior y ante la imperiosa necesidad de preservar para las futuras generaciones el agua como recurso vital, invito de una manera respetuosa a Corpocesar, Unión Temporal Río Guatapurí, miembros de la Mesa del árbol, la academia, el Foro Ambiental, la Escuela Ambiental del Cesar, a desarrollar una inspección de campo en los sitios anteriormente descritos con el fin de contemplarlos en el estudio, en la eventualidad que hoy no se tengan referenciados, y con esto cumplir los criterios geomorfológico, hidrológico y ecosistémico, tal como lo establece el decreto 2245 del 29 de diciembre de 2017 y no resulte el remedio peor que la enfermedad.
Igualmente, aprovecho este espacio para invitar a que se tomen las decisiones a que haya lugar, y sugerir que dentro de las acciones tendientes a la recuperación del río Guatapurí, considerar un Plan de Choque Ambiental para salvar la margen derecha del río en su parte baja que contemple alternativas de solución de vivienda para los habitantes de la zona, apoyo y traslado de las unidades productivas establecidas en el área e implementar un proyecto de siembra en toda la margen de la ronda hídrica.Además, impulsar la construcción del ‘Plan Maestro del Eco Parque Lineal del río Guatapurí’ y prever la construcción de la nueva vía, variante occidental de la ciudad, ya que este estudio se constituye en una determinante ambiental y debe incorporarse en Plan de Ordenamiento Territorial, POT, del municipio.
Por: Gustavo Arregocés