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Una nostálgica despedida

Una calle de honor para la dama del folclor en su despedida final /JOAQUÍN RAMÍREZ

El blanco resplandecía en un pasadizo especial para ella, quien tal vez no lo sabría, pero significaría un acto de amistad, compañerismo y lealtad. Eran sus colegas de la comunicación, en una calle de honor, cargada de tristes sentimientos, iniciaban un acto de despedida sin regreso y de partida sin olvido.

A aquella defensora incansable del folclor vallenato, de la cultura, quien logró demostrar que la independencia de la prensa tenía un valor agregado, se le dijo adiós, con un cúmulo de recuerdos, historias y anécdotas que seguirán en la memoria de todos los que la apreciaron.

La cita de la triste despedida inició en las instalaciones de la Fundación Social Cristo llama a tu Puerta, en donde los familiares y amigos revelaron experiencias y relaciones con la mujer que nunca desfalleció, relatos que se suman a la crónica de vida de esa narradora de historias, pujante mujer que no sólo la cultura la llevó a inspirarse en una lucha incansable, sino que su límite iba más allá.

Así lo sintió Andrés, uno de sus hijos, que con sus palabras quebrantadas, ante la multitud que le rindió honor a la profesional de la comunicación, dijo que su madre era una ‘vanguardista’ en cuanto a la maternidad.

“Mi mamá era una mujer muy fuerte y sin miedo de expresar lo que pensaba. Nos enseñó a valorar y a respetar a las mujeres por iguales, lo que hoy no hemos podido lograr al 100%. Mi mamá era consciente del ambiente, mucho antes del que ser verde fuera una moda y nos inculcó esto desde el simple acto de reciclar la basura, era consciente de los peligros de los alimentos transgénicos y genéticamente modificados”, dijo su hijo.

Andrés recordó que Lolita defendía a la naturaleza tanto como el respeto de la vida, fue maestra en recordar ese vínculo directo entre el hombre y la tierra, vínculo que la especie humana se ha encargado de desconocer, pese a que ella inculcara que el maltrato a la naturaleza repercute directamente en las personas.

“Lolita era muy tierna, creía en la maternidad dulce, cercana, calidad y de tratamiento a los hijos no como seres inferiores e iguales, no nos mentía sobre lo que no nos podía explicar, en lugar de eso, nos invitaba a investigar y a aprender por nuestra cuenta, lo hacía invitándonos a ver el diccionario”, aseguró uno de los retoños de esa gran mujer que aún genera conmoción con su partida.

La iglesia Las Tres Ave María fue el lugar donde el alma de Lolita sería despedida por los hombres de Dios en la tierra. Ahí Evaristo Acosta, su hermano, fue el encargado de derramar sobre su cuerpo el agua bendita, aquella que un día de niña le baño su cabeza en el bautizo del Espíritu Santo.
A las 4:00 de la tarde de ayer, en ese recinto sagrado, Lolita Acosta Maestre, demostró una vez más que es incomparable. El amor hacia ella de aquellos que estaban en el lugar lo demostraba. La vestimenta tricolor de Los Niños del Vallenato se veía opaca en esta ocasión, y no porque éste haya perdido el color, sino porque la tristeza de los pequeños que perdían a un ‘tesoro’ del folclor que se veía reflejada en todos sus aspectos, sus rostros se bañaron en lágrimas cuando interpretaron canciones en su nombre.

Y así, con un desfile de vehículos rumbo al cementerio Jardines del Santo Ecce Homo, se fue la mujer que inició la diferencia de una sociedad incrédula en su momento, de la dama que sobresalió en el folclor por sus acciones y que, así como lo dijo uno de sus hijos, al hablar de ella en el pasado no alcanza a abarcar su obra en vida y lo que nos dejó, su legado.

Por Merlin Duarte García/El Pilón
merlin.duarte@elpilon.com.co

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