Clara López, cuando fue alcalde de Bogotá, se inmortalizó con la frase: “La inseguridad es cuestión de percepción”, dijo.
Percepción en su significado más exacto es apreciación, también puede ser: clarividencia, discernimiento, perspicacia y más. Surge la pregunta: ¿percepción de qué?, ¿de que van a suceder las muertes, los atracos, las violaciones los raponazos que han ocurrido abrumadoramente en lo que va del año? ¿Solo las percibimos, las vislumbramos, las sospechamos? La respuesta está en otra frase con la que se excusó un ex presidente cuando dijo algo que nadie entendió y fue objeto de duros comentarios: “Eso es cuestión de semántica”.
Esa frase que comento, dio pie para pensar si las autoridades de nuestro departamento, de nuestra ciudad, están de acuerdo con esa apreciación y no solo las autoridades, también la ciudadanía que asiste impertérrita al salvajismo que azota a la región.
Nos estábamos acostumbrando a un poco de calma luego de tanto dolor por la violencia que segó vidas, despareció personas, arrasó fincas y sueños de sus propietarios, secuestró a seres queridos, nos puso en ascuas ante la incertidumbre de quién sería la próxima víctima, dónde se daría el próximo zarpazo; y ahora volvió el mismo temor.
Sería irritante enumerar todo lo que ha pasado este año en Valledupar y sus alrededores, pero cada día hay por lo menos un atraco por un simple celular, atraco que en muchas ocasiones conlleva a la muerte violenta de la víctima del atropello. Ya lo describió muy bien un columnista de este diario cuando hace un requerimiento al alcalde para que use su poder para lograr un poco de tranquilidad en la ciudadanía, ya ni con cartera podemos salir y el colmo más grande fue lo ocurrido a una caminante mañanera en el norte que le quitaron los zapatos y se tuvo que venir descalza para su casa.
No podemos quedarnos impávidos, como lo hicimos en la época nefasta de hace unos años, hay que rechazar, reclamar, exigir, protestar, orar, escribir, hablar, vencer el miedo o por lo menos ocultarlo, algo se logra. Sobrenada encima de todo eso la exigencia a los gobernantes de una revisión a sus programas de políticas sociales: empleo, seguridad, vivienda, salud y muchas más.
No podemos quedarnos en la incertidumbre de si la muerte del corregidor, el atraco a la estudiante, el asalto al ama de casa, son simples casos de percepción que están muy lejanos de nosotros.
Con solo lograrnos un poco de paz, un poco, ya no pido que se pueda volver a la costumbre Caribe de sentarse por las tardes a las puertas de las casas a ver morir el día, solo poder caminar sin temor por las calles de la ciudad. Si lo logra, señor alcalde, se va a inmortalizar y los letreritos de amor a Valledupar tendrán sentido.
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Notica luctuosa: He sentido de corazón, la muerte del querido familiar Tito Acosta Daza, un hombre manso, buen amigo, inolvidable ser humano. A los suyos un abrazo sincero, siempre lo recordaré con mucho cariño.