Por Eloy Gutiérrez
Cierta ocasión le escuché a un campesino decir “llegará el día en que para respirar tendremos que pagarle a alguien”, en ese momento quienes escuchamos al hombre de inmediato pensamos que estaba viendo mucha ciencia ficción o en los grandes problemas mentales que podía estar padeciendo, hoy ya no tanto, todo indica que para allá vamos muy pronto.
Y tengo que citar nuevamente la primera gran ley universal que anticipó el banquero alemán Mayer Amschel Rothschild a comienzos del siglo XIX, “dame el control del dinero de una nación y no me importará quién dicte las leyes” y aquí tengo que aclarar que no se trata solo del dinero contante y sonante como tal, sino a todo lo que representa su poder, desde entonces ese poder se usa para eso, para hacer negocios, pero no cualquiera, de esos que te llegan en una factura todos los meses, los pagas en una caseta en una carretera, o que te los quitan de tu cuenta sin la más mínima opción de reclamarle a nadie porque “nadie” ni siquiera vive en el país, algunos nunca salen en televisión o en las portadas de las revistas económicas, son los que se llaman “los dueños del mundo” y en cada elección legislativa destinan cifras de doce ceros para financiar campañas en todo el mundo con el único objetivo que esos legisladores hagan leyes que favorezcan sus negocios o creen nuevos; ni malo ni bueno, todo depende de quien esté en el poder.
Hoy los problemas que tiene una familia promedio en Colombia y particularmente en la costa norte, están relacionados con temas de dinero, o porque no les alcanzan los ingresos, están endeudados y el costo del servicio de energía se les disparó un 200%, y este es un gran problema porque por tratarse de un servicio esencial al menos en el mediano plazo las familias estarán esclavizadas literalmente a un operador que actúa como lo hace porque su negocio está protegido por una ley de la república que lo faculta para hacer todo lo que se le venga en gana sin ninguna consecuencia, entre otras cosas porque las entidades que se crearon para su control (Superintendencia) son un verdadero saludo a la bandera que actúan con una actitud que raya en el descaro.
Me llega a la memoria solo a dos políticos que han hecho campaña prometiendo acciones en contra de las empresas operadoras de energía, uno a la alcaldía de Valledupar y otro a la cámara de representantes, ambos con resultados positivos para sus objetivos políticos; sin embargo, ninguno de los dos cumplió, y no lo hicieron porque no hayan querido, sencillamente porque nadie puede contra semejante monstruo de diez cabezas como lo es el negocio de la energía a nivel mundial que solo para que se hagan una idea genera guerras mundiales como la que hoy se libra entre Rusia y Ucrania y otras guerras silenciosas en medio oriente y Sudamérica.
El problema es que hay negocios que muy difícilmente les van a hacer un paro, o a pesar que causen tal desespero al ciudadano, jamás nadie va a prescindir de ellos ni va a incendiar sus oficinas o sus equipos, en el caso de Afinia y Aire no pueden decir lo mismo, hoy es tal el nivel de crispación que tienen los usuarios no solo frente al altísimo costo del kilovatio sino a toda una serie de abusos y atropellos que comete la empresa contra sus usuarios que muy seguro va a terminar muy mal, y ojo porque como ya lo dije algunos son porque la ley se lo permite y otros porque ya se convirtió en cultura.
Esta vez el turno fue para el municipio de Astrea donde la comunidad hizo un bloqueo de vías debido al costo de la energía después que la empresa hiciera las inversiones en redes, postes y por supuesto medidores de última tecnología (De esos que leen hasta la energía cósmica), todo esto insisto le está permitido, ni más faltaba, son una empresa privada que debe generar dividendos para sus accionistas, lo grave es que operan en una región de absoluta pobreza donde la gente vive con cuatrocientos cincuenta mil pesos al mes y les llegó la factura por quinientos veinte mil pesos, esto es insostenible a mediano plazo.
Mientras tanto los gobiernos intentan desesperada e infructuosamente buscar soluciones como subsidios y acuerdos con la empresa para aplazar lo que inevitablemente pasará y es el día en que todos tengamos que vender un órgano para pagar la factura de energía (Estoy exagerando).