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De vendedora de pescado a modelo

Esta promesa del modelaje es ejemplo que los sueños mientras se trabajen se vuelven realidad. Cortesía/EL PILÓN

Cuando se tienen claras las metas son más fáciles alcanzarlas, sobre todo si se luchan con constancia y ahínco, sin importar las dificultades que se tengan en la vida. Carmen Verbel Ballesta es ejemplo de ello; de niña soñó con ser modelo, pero sus circunstancias económicas la obligaron a que fuera vendedora de pescado, por lo que veía borroso cumplir su anhelo, lo cual cambió cuando dos ‘ángeles’ se le aparecieron en el camino y pudo cambiar de oficio, convirtiéndose en una promesa del modelaje.

Verbel Ballesta es una imponente morena de 18 años, con 1.73 metros de altura, contextura delgada y facciones delicadas, que llamaron la atención del diseñador Darío Valencia, quien cuenta que hace dos años le llamó la atención una figura de ébano que vendía pescado en una carretilla por las calles de Valledupar. “Era una niña muy joven con unos dientes perfectos, que parecían hechos por el mejor diseñador de sonrisas, alumbraban su rostro en contraste con su oscura piel. Al observarla detenidamente saqué mi tarjeta de presentación y le dije ‘eres la mujer de tu raza más bella que han visto mis ojos, llámame que quiero hablar contigo para que seas mi modelo’. Pasa el tiempo, pero ella nunca me llama; un día haciendo casting, la sorpresa fue volverla a ver. En la actualidad es la imagen de mis nuevas creaciones y al impulsarla en mis redes ha generado buenos comentarios, al punto que un amigo diseñador la quiere para desfilar en Ecuador”, rememoró.

La joven cartagenera, que tiene cuatro años de vivir en Valledupar, cuenta que desde niña soñaba con ser modelo, pero veía muy lejos su cristalización porque no tenía recursos para lograrlo. “Un día cualquiera una amiga me cuenta que la becaron en una fundación de modelaje y me animé a ir. Cuando Darío Valencia me dijo que podía ser modelo, quería llegar a su taller pero preparada en el oficio”, expresó.


Luego de un año de preparación en modelaje y en etiqueta, Carmen Verbel Ballesta impacta modelando las creaciones del reconocido diseñador Darío Valencia. Cortesía/EL PILÓN

Fue así como empezó su carrera como modelo en la Academia ‘Arte, Pasión y Cultura’, donde su director Jheiton Rangel se convirtió en su padrino adoptivo, puesto que le enseñó a modelar, pulir su imagen personal y normas de protocolo sin ningún costo al percibir el ‘diamante en bruto’ que tenía al frente.

Ella llegó a mi academia a mitad de junio del año pasado por otra de mis alumnas que me habló que una niña morena quería estudiar modelaje. Cuando ella llegó era más gruesa porque era atleta y estaba con los músculos más exagerados; recuerdo que llegó con una pantaloneta, una gorra y una camisa ancha, algo que no la hacía ver femenina; además hablaba mal, pero en su ser denotaba una pasión y ganas de aprender. Antes de ver sus dotes como modelo vi su gran corazón, esa sonrisa, esa espontaneidad, inocencia y sencillez que me cautivaron”, expresó.

Rangel aseguró que al principio fue difícil para ella, pero su persistencia y constancia le permitieron una metamorfosis singular, acotando: “Antes Carmen se planchaba el cabello y se ponía unos químicos que hacían que lo tuviera maltratado; la motivé a que se acercara más a sus raíces, le corte el cabello, dejando crecer su afro; aprendió pasarela muy bien. En la actualidad se ha convertido en una de mis mejores modelos; es disciplinada, atenta y nunca ha perdido su esencia. Le veo futuro en pasarelas nacionales e internacionales; es una promesa del modelaje colombiano, que no solo demuestra belleza externa sino belleza interna”.


La joven cartagenera, que tiene cuatro años de vivir en Valledupar, cuenta que desde niña soñaba con ser modelo, pero veía muy lejos su cristalización porque no tenía recursos para lograrlo. Cortesía/EL PILÓN

Carmen Verbel recuerda los múltiples inconvenientes que tuvo para convertirse en modelo, puesto que en su casa temían que entrara en ese mundo por los posibles peligros que hay allí, pero su entusiasmo fue superior a estas dificultades, demostrando que lo único que quiere ser es una gran modelo que deje huelle en el país y en el exterior. “Cuando era niña y modelaba se reían de mí, pensando que no lo lograría, pero el día que Darío me dio ese voto de confianza, me dije la ‘negra puede, la negra tiene con qué’, por lo que combine mis estudios de bachillerato con los de modelaje; tenía poco tiempo libre, pero no me importaba porque sabía que estaba en la búsqueda de una meta. A principio de este año cursé el primer semestre de locución y periodismo en una corporación, pero la dejé por el tema de la pandemia, puesto que todo era virtual y no tengo internet en mi casa”.

Ella asegura que cada vez que está al frente de una cámara o pasarela se le olvida el mundo y se transforma para ser la mejor portadora de las prendas que usa. “Sueño con llegar lejos en el modelaje, por lo que me preparo todos los días. Le debo mucho a mi profesor Jheiton, quien me ha apoyado mucho de manera desinteresada; así como a Darío Valencia, quien creyó en mí. Ellos dos son los ángeles que Dios puso en mi camino”.

ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN annelise.barriga@elpilon.com.co

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