Alguna solución se esperaba al iniciar el año con respecto al Hospital Rosario Pumarejo de López. La actual Administración, liderada por la Gobernación del Cesar, se empeñó en una solución consistente en solicitar la admisión a la Ley 550 de reestructuración económica, aplicable a las entidades públicas -distintas a las de prestación de servicios públicos domiciliarios- ante la Superintendencia de Salud.
Se pretendía por esa vía congelar las deudas del Hospital, evitar los embargos y hacer un corte de cuentas en la fecha de admisión que determinara la entidad de vigilancia y control.
A partir de ahí iniciar un proceso de pagar al dia los servicios y bienes suministrados, continuar el cobro a las EPS y al Gobierno nacional, por las atenciones prestadas a migrantes venezolanos, y recurrir nuevamente a esas EPS para que volvieran a contratar al hospital.
Con la intervención oficializada ayer por la Superintendencia de Salud (al encontrar que aún hay decenas de hallazgos y recomendaciones no resueltos satisfactoriamente, que no se daban los requisitos para darle vía libre a la reestructuración prevista en la ley y que los costos superaban “en un 300% los ingresos”), se logrará lo mismo, pero con dos elementos diferenciadores, el cese de la Junta directiva y la gerencia actual, reemplazados por un agente interventor y un grado de confianza en que los dineros y los servicios se manejarán con rigor, eficiencia y sin politiquería.
Sin embargo, esas intervenciones, que en general funcionan si el Gobierno nacional decide con energía apoyarlas, podrían tener restricciones, como que la llamada politización se ejerza, no ya por una instancia local sino por el nivel central, que el agente administrador no sea probo y eficaz y que se haga un manejo alejado de los estamentos del hospital y de la comunidad vallenata.
Estaremos todos atentos para superar esas restricciones. El superintendente Fabio Aristizabal pidió el apoyo de todos, incluida la Gobernación del Cesar. Si se quiere el apoyo de todos también se deberá corresponder con un ejercicio transparente al servicio de todos.
Se debe escuchar a los diferentes actores, a los trabajadores, empleados, médicos, proveedores y clientes, como las EPS, pero también a los usuarios de los servicios.
También a las comunidades científicas y gremiales de la ciudad, a los medios de comunicación. Debería crearse, con liderazgo y veeduría social, un grupo amplio de ciudadanos amigos del emblemático Hospital.
Se ha prometido que la intervención será por un año y que se dejará una hoja de ruta clara de recuperación y de acuerdo para pagar en plazos razonables los ciento diez mil millones de pesos que se deben; que el Gobierno nacional hará pagos de sus obligaciones pendientes y que las cosas mejorarán con el apoyo ciudadano y el restablecimiento de la confianza.
El superintendente mencionó que era sorprendente que semejante infraestructura no funcionara. Así es, recordamos que hace más de setenta y cinco años en la pequeña Valledupar, con pocos miles de habitantes, gracias al legado del presidente Alfonso López Pumarejo, en honor a su madre Rosario, se decidió construir el hospital mas grande de Colombia.