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Una hoja de ruta para la defensa del Patrimonio en Valledupar

De los conversatorios surgen, en general, realidades y voluntades que merecen ser compartidas con la comunidad, especialmente durante el Mes del Patrimonio que, por definición, se organiza con el fin de divulgar información acerca de lo que pertenece y representa culturalmente a todos los ciudadanos. 

En esa perspectiva, el foro “Paisajes de ciudad” que organizó la Fundación AVIVA en el teatro Madero, y en el que tuve el placer de dialogar con Alba Luz Luque (presidenta honoraria de AVIVA), Juan Carlos Quintero (director de EL PILÓN) y Eudis de León (miembro del Foro Ambiental del Cesar), nos ofreció una mirada crítica sobre algunos ataques perpetrados a paisajes culturales, pero también (y sobre todo), la forma en que la ciudadanía se movilizó para conservarlos y rescatarlos. 

Los casos del mural “Valledupar, tierra de dioses” y el Cerro de Hurtado (ambos recogidos en el libro “De Valledupar a Macondo”), pueden considerarse de antología, ya que la respuesta ciudadana fue transversal, apolítica y, además, marcada por una clara convicción que terminó reflejada en diferentes medios de comunicación y espacios públicos. De ambos casos, podemos rescatar hoy una hoja de ruta que debe servirnos a la hora de defender los bienes del Patrimonio regional y, de la misma forma, mandar un claro mensaje que ningún gobernante puede intervenir o modificar el patrimonio sin antes conseguir un permiso. 

La unidad es esencial en estos procesos y, para reforzarla, es necesario un diálogo constante entre las diversas ramas sociales que trabajan con el patrimonio (tanto cultural como natural). Pero más allá de la unidad, está la organización. El proceso de defensa del Mural de Germán Piedrahita tuvo una resonancia masiva debido a la articulación de distintos colectivos culturales, aunque hay que reconocer que la del Cerro Hurtado ganó en solidez y madurez gracias al respaldo de dos asociaciones -la Mesa del Árbol y el Foro Ambiental del Cesar– que supieron crear el marco para posteriores conversaciones y acciones. 

En cuanto al carácter y el rostro de la defensa, es evidente que deben ser lo más amplio y representativo. Todos los ciudadanos deben sentirse involucrados, y eso debe motivarnos inevitablemente a incluir a la juventud y, en concreto, a los estudiantes universitarios que, más que cualquier otro segmento social, tienen la energía, el tiempo y el deseo de cuidar y mejorar nuestra sociedad. Es fundamental que, dentro de las universidades, se formen grupos de defensa y de valorización del patrimonio. 

Para concluir, recordemos lo que también se mencionó al finalizar el foro “Paisajes de ciudad”: el Patrimonio se celebra durante el mes de septiembre, pero requiere nuestra atención los once meses restantes. ¡Abramos los ojos!  

Por Johari Gautier Carmona

Categories: Columnista
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