En esta provincia ocurren muchas cosas con frecuencia, donde hay que simular escándalos para entretener a unos a base del desprestigio infundado para con otros y ese instinto de superioridad enfermiza, fruto de la ignorancia es propia de los incapaces, a quienes les duelen las ideas y desarrollo de las mismas por la gente progresista y de visiones para el desarrollo de las comunidades.
Siempre me comentaba: — ¡Para adelante que no hay tiempo que perder! —
Nunca le tuvo miedo al fracaso a pesar de que este lo maltrató muchas veces. Y murmuraba… “Solo si crees que puedes volar, podrás despegar los pies del suelo. Lo único cierto en la vida es lo que uno intenta y lo único imposible es aquello que no intentas”. Ese era su pensamiento.
— “Necesito pararme nuevamente”, comentaba sin ambages y luego me llamaba diciéndome: “hay que construir una nueva estación de gasolina pues aquí gano con el combustible y el transporte”. —
Tantas quiebras se tenían, tantas bombas se construían.! ¡Nunca bajó la guardia!
Y en el campo político y administrativo nada desperdiciaba, ni se malgastaba, tampoco se menospreciaba.
La alegría, las anécdotas con sarcasmo gracioso y el espíritu del afecto, terminaban haciendo parte de un rato de festejo entre amigos y que se daba frecuentemente.
Para Don ‘Yoryi’, como le llamaban sus amigos más cercanos, no había premios grandes sino se corrían riesgos grandes y a grandes riesgos, esperar mayores beneficios.
Todo lo manejaba con una sabiduría única. Escalona, se iniciaba como Cónsul en Colon-Panamá, posición esta que le daba la oportunidad de seguir haciendo lo que él siempre hacia: servir a sus amigos.
Aprovechando estas circunstancias encargó y trajo a Valledupar un piano para su señora Elisa, quien aún toca este instrumento con maestría, pero como no llenaba las condiciones del requerido para aquella mujer acostumbrada desde niña a pianos más sonoros y elegantes y como hábil negociante sabiendo mis debilidades por la música, me lo ofreció diciéndome: — “Tú tienes hijos aun pequeños, no te duermas, este piano que te muestro, me lo envió Rafael de Panamá, quédate con él y lo descontamos de los honorarios de tus trabajos y así quien quita, pronto tendrás músicos en tu familia”. —
— ¡Lo tomo! —, respondí sin pensarlo y sin preguntar su costo; lo cierto fue que me lo descontó en cada partida de cuentas cobradas. ¡No se equivocó don Jorge¡, … todos mis hijos optaron por la música como complemento de sus estudios profesionales logrados.
Cuando con ellos se realizaban y se realizan parrandas agradables sobre todo en las fiestas patronales, en nuestra casa, como solemos hacerlo con bastante frecuencia, los visitantes amigos y extraños, observan deleitados cómo se maneja el sentimiento y el afecto después de que cada uno de ellos interviene, bien sea con el acordeón, guitarra o piano, y sin meditarlo me preguntan a mí con alguna curiosidad como tratando y para descifrar un último misterio.
— ¿Y Ud., qué hace? —Sin extrañarme, haciendo alusión a las salidas de mi madre con sus famosos apuntes, respondo: ….—¡Yo pago las cuentas! —
Definitivamente don Jorge Dangond Daza, los que lo conocimos a plenitud, podemos dar fe de su grandeza personal en todos los campos de la vida cotidiana tanto en la parte social, política y económica asociadas a la Provincia Vallenata y a la nación; nunca se mostró con carácter descompuesto, siempre estaba alegre y su optimismo le permitió ganar muchas batallas para él, para su familia y amigos y para su región.
Y no me queda duda alguna para manifestar que con Jorge Dangond como gobernante se abrieron las puertas al desarrollo de Valledupar y de la provincia
Dios le bendiga siempre y en especial en esta época cuando cumpliría 100 años de vida si no se le hubiese truncado hace trece por los designios del destino.