Todo comenzó hace siglos atrás en el año 1000 cuando los de mi especie querían averiguar costumbres y tradiciones del entonces llamado el planeta 0009 para poder habitarlo en un futuro.
Los de mi especie son un poco diferentes a los humanos, normalmente no podemos intercambiar saliva o sangre con ningún otro tipo de mi raza, no tenemos progenitores en realidad los androides toman los embriones ya fecundados y el tiempo de gestación se proporciona por medio de una máquina y en 24 horas se obtiene un nuevo ser.
El día en que logramos ingresar al planeta 009 vimos cosas increíbles como; animales algo imposibles de imaginar ver en nuestro planeta, al encontrar algo llamado hormiga quedé impresionado de la manera en el que trabajan y caminan, por lo cual no pude alcanzar a tiempo mi nave.
Su nombre era algo común, Aina una linda chica, pero no de mi tipo, actriz, cantante y bailarina de ballet, por lo cual era todo lo que me fastidiaba en todo los años que logré permanecer en la tierra, odio el mundo del espectáculo y de las relaciones públicas, pero lamentablemente se mudó a mi lado y era estresante tenerla como vecina intenté no topármela, pero compartíamos elevador.
Una noche llegó a mi casa borracha, pensé que se había equivocado de apartamento y la recosté en el sofá y llamé al primero que vi por su teléfono, llegó su novio, su nombre no lo recuerdo, fingía desinterés, pero en realidad esa noche hizo algo con su boca, algo que nunca había experimentado y mi corazón se agitó con fuerza, logré ver sus ojos marrones y la tiré al sofá, en fin… sí estaba interesado en el tema. Pasaron años y nos hicimos muy buenos amigos y me fui enamorando de ella cada día más y más, pero en particular esa locura me mantenía distraído, que nunca logré experimentar por falta de aprecio del mundo, ya que me tocó vivir 1019 años con un mundo codicioso, lleno de prejuicios y principalmente EGOISTA, pero ella era diferente empecé a escribir mis sentimientos en un papel.
Llegó el día en el que por accidente leyó esas hojas, simplemente le dije que no era cierto, pero sabía que ella no lo creería, dijo: que me quedara a su lado, pero no supe por qué, y lastimosamente al no estar en mi nave por mucho tiempo hizo que me desintegrara, y lo último que pude tener de ella fue una gota de sus lágrimas.
Autora: Aslhy Agudelo – I. E. Alfonso López Pumarejo