Cierto día Amelia miraba por la ventana caer la lluvia, cuando de repente escuchó a alguien hablar, miró a su alrededor pero no vio a nadie, aun así seguía escuchando la voz, de inmediato localizó de dónde provenía, venia de una gota de agua que bajaba por el cristal de su ventana, no era cualquier gota, esa gota hablaba.
Amelia pensó ¿cómo una gota puede hablar?, ¿estoy soñando?; pero sus preguntas se vieron interrumpidas por la voz de la gota quien se hacía sola y decía:-Otra vez, otra vez me toca bajar para volver a subir hacia el cielo, a veces desearía no ser una gota de agua…
Amelia le dijo: tus deseos pueden ser realidad, ya que mi mamá no quiere que tenga una mascota con pelo, ni escamas ni plumas, podrías ser mi mascota y así no tendrías que irte tan rápido al cielo, ¿Qué te parece? Gustosa la gota por la idea decidió aceptar.
Amelia le ofreció quedarse en un frasquito con tapa así no se iría ni se caería, a la gota le pareció buena la idea.
Iban y venían del colegio juntas, y se acercaban las vacaciones y como cada año sus padres organizaban un viaje, y ese año su destino era la playa. Tan emocionada estaba Amelia que empezó a empacar una semana antes del viaje con la excusa de que así se daría cuenta si le faltaba algo. En esa semana Amelia y la gota se divirtieron mucho hablando, mirando las estrellas.
Estaban muy emocionadas por salir de la ciudad que las tenían ahogadas de tanto humo, tráfico y malas noticias, por fin un respiro, y allá afuera podía sentirse el aire puro, después vieron como poco a poco se empezaron a ver las primeras olas, a escuchar el mar chocar contra las rocas, y el viento fresco contra sus caras, todo junto era un espectáculo.
En la playa, Amelia no dudo ni un minuto en entrar al agua, pero se acordó que olvidaba algo, su amiga la gota, de inmediato se devolvió a buscar el frasquito en donde estaba la gota y se fue corriendo hacia el mar. Ya cansadas de perseguir olas y de tratar de hacer castillos sin éxito, lo que no se dio cuenta Amelia fue que había dejado el frasquito al sol… la gota ya no estaba.
Al menos duro en la tierra y tuvo momentos de alegría, ella fue mi mejor amiga, la gota- pensó Amelia.
Por: Lesinley Arias Mendoza – Institución Educativa Patillal