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Una carta para el hijo que no tengo

Aunque todavía no conozco las entrañas en donde derramaré mi amor para darte la vida, he decidido afrontar mi presente sin dejar de olfatear tu porvenir. Por eso no solo estoy preocupado por asegurarte un bienestar familiar y material, sino también por ofrecerte un país justo, floreciente y sin miedo. Claro, deseo con todas mis fuerzas que nazcas aquí como tu papá, pero ansío que la guerra idiota y feroz que ha carcomido a Colombia, solo llegue a ti a través de los libros de historia y de mis recuerdos, esas imágenes dolorosas que nunca quisiera que vivieras pero que algún día te mostraré para que tengas los pies sobre la tierra.

Precisamente, el próximo 2 de octubre habrá un certamen democrático que puede ser el punto de partida para la construcción de la Colombia que anhelo para ti. Después de muchas muertes y diálogos frustrados, el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc llegaron a un acuerdo para darle fin a un conflicto armado que tiene más de 50 años. Ahora los colombianos tenemos el deber de ir a las urnas a votar a favor o en contra de dicho pacto. Yo, que pienso en tu llegada cuando doy cada uno de mis pasos, he resuelto decirle Sí al proceso de La Habana, pues creo que es la mejor manera de comenzar a forjar un ambiente menos triste y peligroso para ti.

Quiero que sepas que las Farc es un grupo guerrillero que ha ocasionado mucho daño. Aunque el Estado alcanzó a disminuirlo a través de su poder militar, no logró acabarlo, ni siquiera consiguió hacerlo con falsos positivos, chuzadas y la violación de la soberanía territorial de un país vecino.

Este conflicto se ha alargado de una manera exagerada, dejando solo muertes, odios y temores. Por eso pienso que la palabra es el mecanismo más rápido y humano para solucionar esta disputa cruel. Seré sincero contigo, no se trata de un acuerdo perfecto pero se ajusta a las reglas internacionales y le da un enorme valor a las víctimas. Son 297 páginas que tienen un lenguaje tedioso y a veces romántico, pero su importancia radica en que están llenas de letras y no de plomo.

Siempre apreciarás en mí a alguien que defiende la discusión basada en los argumentos y en el respeto. El pacto entre el Gobierno y las Farc ha ocasionado un debate intenso en todo el país, pero me causa tristeza que muchos partidarios del Sí y del No, están aprovechando los espacios de deliberación para confundir a la gente con falacias. Yo he leído los acuerdos y los diferentes análisis para poder socializarlos con mis estudiantes, mis compañeros de trabajo, tu abuela, el vecino, los taxistas… Ese es el aporte que estoy realizando: propagar con sinceridad esas 297 páginas. Algún día te diré con una mirada acongojada el rotulo que le coloqué a los tiempos que estoy viviendo: “La época de la desinformación”.

Cuando comiences a inquietarte por la vida política del país, seguro verás a algunos de los actuales miembros de las Farc en el Congreso o quizás en ciertas alcaldías. Entonces yo te hablaré del concepto de justicia restaurativa y de Cristo y su enorme capacidad de perdón: él, el hombre más trascendental de la historia de Occidente, perdonó incluso a quienes lo crucificaron. Sin embargo, hijo, quiero que entiendas que nunca votaré por el partido o por los candidatos de las Farc. Y no soy el único del Sí que piensa de esta forma, somos muchos los que sabemos que el tal socialismo del siglo XXI no sirve para nada.

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Carlos Cesar Silva: