La reciente noticia sobre la llegada de Alianza FC a Valledupar, y las incertidumbres que rodean este proceso, resaltan la necesidad de un enfoque a largo plazo para el fútbol local en nuestra ciudad.
Valledupar y sus aficionados no deben depender de cambios transitorios, veleidades ocasionales o decisiones de empresarios y gobernantes de turno. Es imperativo establecer un plan estratégico y sostenible que garantice la estabilidad y el crecimiento continuo de nuestro fútbol local; no se puede estar sujetos al gusto o la gestión de un político o de un particular. Es decir, el proyecto no puede depender del apoyo de un grupo pequeño de personas, que si en algún momento dan a un paso al costado, o ya no están en el gobierno, peligre el futuro del equipo y quede viendo un chispero la fanaticada. Esta necesita un compromiso de confianza para no ser defraudada.
Es fundamental que tanto las autoridades municipales como los empresarios de la región reconozcan la importancia del fútbol para nuestra comunidad. Esto implica inversiones consistentes en infraestructuras deportivas, programas de desarrollo juvenil, divisiones inferiores en Cesar, La Guajira y los sures vecinos del Magdalena y Bolívar, y un respaldo sólido para los equipos locales.
La identidad de Valledupar debe reflejarse en sus equipos, y el cambio de nombre es una oportunidad para vincular aún más al club con nuestra cultura y colores; debe reflejar un deseo de construir un legado duradero.
La sed de éxito y la pasión por el fútbol son innegables en Valledupar. Ahora es el momento de convertir esa pasión en una base sólida para el futuro del fútbol local.
Alianza FC debe ser un proyecto de ciudad y de largo aliento en el que todos deben aportar: administración pública, empresa privada y los cesarenses (porque este será el equipo profesional de todo el departamento, no solo de Valledupar). El sector público ya hizo su parte gestionando el cambio de sede de Alianza Petrolera hacia Valledupar; es evidente un cambio de actitud de la administración del municipio —al que parece acompañar la gobernación en este caso— de la dejadez a la iniciativa y el interés de acertar; la experiencia del Valledupar Fútbol Club le hace ver al sector público y a la dirigencia política que no se pueden hacer los sordos ante la petición de los directivos de un club, ahora profesional.
Ahora, le corresponde también al sector privado hacer viable este negocio a través de sus aportes.
Y ahí está la hinchada, el público, el que según directivos de Alianza habría fallado en Barrancabermeja. Está bien que muchos desde hace años siguen a otros equipos, como Junior, Nacional, Millonarios, América, Unión Magdalena, con miles de seguidores en la región. Pero ahora tendremos equipo que, esperamos, sea propio y no advenedizo.
Sin duda, tener un equipo profesional es un aporte social: genera empleos, eventos, atracción turística, inversión, apoyo al deporte y la oportunidad de ver a los mejores equipos de Colombia, y posiblemente de Suramérica, en un estadio y una ciudad que se lo merecen.