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Una acción educativa seria y liberadora

Por: Rodrigo López Barros.

Apreciado Rodrigo. Una que otra vez leo en el periódico El Pilón, por internet, tu columna, y veo que sueles interesarte en temas de formación humana comenzando por la base escolar hacía arriba. Esos son asuntos verdaderamente primordiales, más que cualquiera obra material por importante que ésta sea, pues si no se atienden debidamente, la vida personal y social puede degradarse mucho, como de hecho está ocurriendo.
Lo peor es cruzarse de brazos y esperar que otros actúen por uno, – eso es lo que está ocurriendo en Colombia frente a la crisis moral galopante. Impresiona la pasividad de los padres de familia y de los colegios; he dicho que la respuesta verdadera única es una acción educativa seria y liberadora. Porque ella emancipa al ser humano de los obstáculos internos que lo esclavizan: avaricia, envidia, egoísmo, ira, odio, lujuria, pereza, estas pasiones engendran los delitos sociales que sólo los puede evitar una auténtica formación humana y espiritual, en armonía con la formación intelectual y académica; la avaricia aviva las ansias de poder, posesión, dominio sobre los demás, enriquecimiento fácil.

Los maestros, papás y colegios que no aportan soluciones, hacen parte del problema;  quienes se ocupan únicamente del análisis y de lamentarse, pueden quedar atrapados en la parálisis; hay que pasar a la acción.

No basta denunciar la corrupción, hay que asumir la grave responsabilidad moral que a cada uno corresponde. Es  necesaria la actuación urgente de todos los ciudadanos, para trabajar en la regeneración moral de la sociedad. Es un deber enseñar a distinguir el bien, del mal, para trancar lo que va más allá de uno mismo. Los papás y los maestros son los custodios de la formación humana de los educandos, deben anunciar la esperanza y ser testigos de ella.

Nos habríamos ahorrado muchos problemas, si los colegios hubiesen mantenido el equilibrio en la atención y desarrollo de la dimensión cognitiva y de la formativa, como lo hacían desde mediados de la primera mitad del siglo pasado, hasta cuando el ICFES empezó a medir el nivel de instrucción de los bachilleres. El desequilibrio vino con el afán de entrenar para las Pruebas de Estado y la introducción estratégica de la tecnología y del malinchismo en nuestro sistema, donde cualquier teoría o propuesta educativa procedente de un país desarrollado se avalaba, produciendo el consiguiente subdesarrollo educacional en que estamos con el derrumbamiento ético y moral de nuestra sociedad.

En este episodio tiene mucho que ver: El debilitamiento de la autoridad paterna porque los papás perdieron el control de sus hijos. La pérdida del sentido pedagógico del castigo por el abuso que llevó al maltrato físico. El predominio del paternalismo y de la blandenguería en el manejo de la problemática estudiantil, que condujo a la sobre protección, al permisivismo paterno. La desautorización a los maestros con el apoyo irrestricto a los hijos. La tolerancia a las faltas de respeto, amenazas y agresiones verbales y físicas de sus hijos a los maestros. El complejo de acoso pedagógico a los hijos que subsiste por la intromisión o participación desmedida de los papás en el ámbito técnico pedagógico de los colegios. La mayor importancia prestada a los asuntos triviales de la educación y el menosprecio de lo trascendente. La prepotencia y arrogancia de ciertos papás que se creen autoridades para criticar y censurar las políticas, medidas disciplinarias y académicas utilizadas por el colegio en materia de disciplina, evaluación y valoración pedagógica.

Hoy la situación se agrava con la fuerza que ha tomado la teoría del desarrollo de la libre personalidad, que ha doblegado a los padres de familia y a los maestros frente al poderío de los educandos, acrecentado por el apoyo de las autoridades judiciales, dejando como consecuencia frecuentes querellas, citaciones, demandas y entutelamientos de los hijos a los padres y a los colegios. A esta situación hay que ponerle dique cuanto antes.

Con aprecio, Luis A. Ordosgoitia Jarava.
Empresario educativo, Presidente de Asesorías y Servicios Educativos – Ase Ltda.

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