Este 28 de mayo se cumplen dos años de la muerte de mi abuelo, Jose Guilermo “Pepe” Castro, quien fue uno de los más grandes representantes liberales de la provincia, no solo en cuanto a obras, sino como hombre característico de su tierra y vallenato de tradición. Pepe, fue ese quien ayudó a forjar nuestra ciudad luego de años de servicio público en pro de nuestro municipio. Fue ese, al que le entregaron un pueblo en 1966 y entregó una capital para el nuevo departamento del Cesar, que ayudó a concebir y gestionar junto al apoyo del entonces gobernador del Magdalena Grande, Jacobo Tovar Daza y bajo la presidencia de Carlos Lleras Restrepo.
Por eso y por más, considero que cuenta con las cualidades para considerarlo un vallenato de verda’.
He oído repetir más de una vez la frase célebre de Pepe “buldózeres adelantes abogados atrás” y he pensado también más de una vez, que nada más incoherente que la costumbre de los gobernantes de estos tiempos de celebrar la puesta de la primera piedra en una obra y no concluirla, o incluso empezar a prorrogarla en el tiempo y adicionar sin justificación su valor; desconociendo que la celeridad y la entrega dentro del plazo previsto, son el mayor referente de respeto a la ciudadanía.
Cuando mi abuelo Pepe Castro, expresó esta frase, no estaba haciendo referencia distinta al hecho de que las obras son para concluirlas si o si y que las mismas deben prestar una utilidad pública. Pero además, estaba expresando su condición de ejecutor de la más importante infraestructura vial que todavía hoy tiene Valledupar.
En 1967 inició la construcción de una de las avenidas más extensas de Valledupar, La Simón Bolívar, que comprende gran parte de la carrera 18d, tuvo lugar en su gobierno como alcalde. Más de 50 años después, en términos de infraestructura vial y corredor de movilidad, mantiene su importancia en donde también es importante resaltar el tramo de la avenida Los Cortijos.
El desarrollo urbano que generó la carrera novena de Valledupar, muestra que en términos de gestión urbana Pepe Castro entendió que la misma no era posible sin infraestructura vial. Pensar que todo indica que la contundencia de la mencionada frase, fue la que permitió dar vida a la carrera novena que tantas generaciones de vallenatos hemos utilizado.
Mucha de la planeación urbana de Valledupar y de la consecuente gestión urbana de nuestra ciudad, fue y ha sido posible, gracias a las mencionadas vías.
Cada vez que se acerca el 28 de este mes, procuro reflexionar sobre lo que fue mi abuelo, no sólo en el plano familiar, sino también como hombre público. Procuro ser lo más objetiva posible al escribir de mi abuelo; pero reafirmando que uno debe destacar lo que hicieron los mayores por Valledupar y por nuestro departamento, como los cimientos que como ejecutor mi abuelo Pepe Castro dejó en infraestructura vial para esta cuidad.
Reflexionar sobre lo que ha sido nuestra ciudad, sobre quienes la estructuraron; así como sobre la situación actual, los problemas y los retos de Valledupar es una obligación, si de verdad queremos seguir construyendo ciudad.
Así mismo, decidí homenajear a aquel que hizo tanto, pero que su mayor legado siempre fue su familia y el cariño de la gente que ayudó y que acompañó en cumplimiento a su insaciable don de servir, siendo ejemplo y modelo no solo de aquellas épocas, sino de estas, en donde los cambios y el servicio al pueblo son pocos.
Gracias por tanto Papa pepe, por un verdadero ejecutor en nuestro departamento y ser un vallenato de verda’ y por ser el abuelo amoroso que fuiste. No te olvidaré.