X

Un tigre llamado fiscalía

La Fiscalía General de la Nación tal y como la conocemos, fue una de las instituciones creadas con la reforma a la carta de 1991 que modificó la de 1886 y buscaba que la política criminal evolucionara hacia un aparato eficiente, independiente y capaz de llevar el sistema penal a otro nivel; para ello, se le otorgó al presidente de la Republica la potestad de presentar una terna a la Corte Suprema de Justicia y ésta, en votación mayoritaria,  elegía al fiscal general por un periodo constitucional de cuatro años, y como dato histórico, el primer fiscal fue el doctor Gustavo de Greiff, toda una eminencia y la última de su talante.

Otra de las modificaciones que introdujo la reforma es que el periodo del fiscal debía ser diferente al del ejecutivo para evitar precisamente lo que han hecho todos los presidentes desde el 2006 y hasta el 2022 cuando después de la primera reelección de Álvaro Uribe se rompió con este principio, quedando así la posibilidad que el ejecutivo prácticamente pone su propio fiscal como de hecho lo hicieran Uribe, Santos y Duque con las consabidas consecuencias que hoy estamos viviendo y que necesitaría de otra columna para referirme a las nefastas administraciones de los fiscales Luis Camilo Osorio, Mario Iguarán y Néstor Humberto Martínez los cuales, sin la más mínima duda, son los culpables de la debacle institucional por la que atraviesa la fiscalía puesto que terminaron siendo peores que los delincuentes que debían perseguir y acusar, y conste que no me voy a referir al saliente fiscal Barbosa que es clase aparte y fuera de todo concurso.

La entidad es un aparato poderosísimo en lo presupuestal y en lo  burocrático, puesto que para el 2024 le asignaron 6,1 billones de pesos para su operatividad y una planta de personal que solo en funcionarios directos supera los 23 mil servidores sin contar las órdenes de prestación de servicio y demás figuras de contratación, con un poder de este tamaño ningún partido de gobierno va a permitir que le nombren fiscal adverso, nada diferente a lo que hicieron sus antecesores, pero el poder total en manos de un personaje como Gustavo Petro es para asustarse, y mucho, puesto que el problema es que sería como armar a un loco con un palo.

La fiscalía es un mazo para dar con él, con semejante poder se saca del camino a cuanto enemigo incomodo ande por ahí atravesado dañando los planes supremos de quien la controle, pero el gran problema es que sin llamarnos a engaños la fiscalía (no toda la institución, valga la aclaración)  está involucrada en cuanto escandalo de corrupción y de encubrimiento aparece, y hoy con todo lo que le ha explotado en las manos a la fiscal  (e) Martha Mancera, podría dar la sensación que la institución se la tomó un cuestionado sector que le teme muchísimo a que el próximo fiscal llegue a destapar ollas podridas y a remover cuanto proceso engavetado encuentre por ahí, y entonces la única forma de protegerse  es mantenerse dentro de ella; a propósito de escándalos,  el episodio con el funcionario con el alias Pacho Malo resulta de una gravedad que por el enorme ruido que generan las metidas de pata y las torpezas de este gobierno, no han dado tiempo para dimensionar lo que significa y el daño que le está haciendo a la institución un escándalo como este, primero porque resulta más que inexplicable que la fiscalía tenga dentro de sus filas a funcionarios con “alias” al mejor estilo de las bandas criminales o de la mafia, esto de por sí ya es lo suficientemente grave porque lo que se espera es que a los altos cargos lleguen funcionarios de reconocida probidad, altura intelectual y personal, y segundo porque la fiscal Mancera trató de encubrirlo.

Siendo así, la institución se asemeja a la leyenda del guerrero que combatía encima de un tigre pero que estaba condenado a vivir encima de él porque era la única forma en que sus enemigos le temieran, pero no podía bajarse porque si la hacía o se lo comía el tigre o lo mataban sus enemigos.

Nota: lo peor es que la Corte está en su nivel más alto de desprestigio después de lo sucedido con el ‘Cartel de la toga’ donde hasta la sal se corroyó.  

Eloy Gutiérrez 

Categories: Columnista
Eloy Gutiérrez Anaya: