X

Un tendero viajero

EL TINAJERO

Por José Atuesta Mindiola

Para Trinidad Solano Quintero, más conocido con el hipocorístico de Trino, que ya ronda los 89 abriles, el tiempo no tiene prisa: durante el día se le ve sentado en su mecedora o acostado en una hamaca debajo de dos palos de mangos al frente de su casa, y tiene la fluidez de la palabra para narrar sus recuerdos de viajero y expresar con sensatez sus opiniones sobre algunas situaciones de la realidad nacional: “Colombia es un país fértil, la tierra pide semillas. El gobierno debe apoyar con subsidios a los agricultores, brindarle protección y seguridad. La vida está en los alimentos y en el trabajo. El gobierno en vez de regalar casa a los pobres en la ciudad, debe promover fuentes de trabajo en el campo y mejorar las condiciones para vivir. Un pobre con casa en la ciudad y sin trabajo, ¿de qué vive?” De su vida de agricultor y de tendero viajero, relata que desde pequeño, en su nativa Convención (Norte de Santander) aprendió de sus padres, Martín Solano Solano e Inés Quintero Galvis, que para progresar se necesita servir, es decir tener vocación y desarrollarla. Inicia su ruta de viajero en septiembre de 1945, apenas tuvo la cédula en mano, sale de Ocaña a Gamarra y de ahí en buque hasta Barranquilla, donde descubre su vocación de tendero. Regresa a Convención y contrata un camión con una carga de cebolla, panela y naranja para vender en Barranquilla. Este negocio lo mantuvo durante varios años.
En 1950 se casa con su paisana Petronila Rodríguez y llega a La Paz, por varios días se hospeda en el acreditado Hotel América de Pacho Mendoza, y luego llega a las fértiles tierras de Manaure donde nacen sus seis hijos. Retoma su trabajo de agricultor y abre su primer negocio de tienda, una miscelánea completa: granos, telas, zapatos, medicinas y ron. En 1970 sale de Manaure a Casacará, con la ilusión de convertirse en ganadero, pero un socio le ayuda a fracasar en su nueva empresa. En 1971 se instala en Valledupar, en el barrio 12 de Octubre y organiza “Tienda la Superior”; en 1974, la mayoría de sus hijos vivían en Bucaramanga y lo motivan a mudarse para allá. Sin embargo, Don Trino prefiere regresar a Valledupar y en 1979 abre en el barrio Obrero, la tienda La Meta. Ese negocio funcionó por espacio de 10 años. Hoy, viudo, rondando los 90 años, vive agradecido de Dios, de la vida y de Valledupar, y lo acompaña su hija, pensionada del magisterio, Magali Solano de Cotes, quien tuvo con su fallecido esposo Marceno Cotes Rosado, tres hijos, Oswaldo, Eder y Henry, todos son ingenieros.
En sus soledades, don Trino tatarea el tango “La cama vacía”, y la ranchera “Allá en el rancho grande”, y dice que después de viajar por varios lugares del país: “me quedé en Valledupar, es una tierra prudente de buen vivir”. Y afirma que lo que más admira de una persona, son el respeto, el cumplimiento y la seriedad.
RECORDANDO A GERMAN PIEDRAHITA
¿Dónde está German Piedrahita?
Silvia triste preguntó
y un eco le contestó:
Es un ángel que se agita
en la extensión infinita
de celestes navegantes;
las alas blancas flotantes
de su espíritu dichoso,
con los pinceles gozoso
en el Día del Dibujante.

Categories: Columnista
Jose_Atuesta_Mindiola: