A partir del próximo 7 de agosto, el nuevo ministro de Agricultura que designe el presidente Juan Manuel Santos, tendrá dos retos importantes. Uno, retomar el liderazgo en los temas de su cartera y dos, resolver los cuellos de botella que obstaculizan la productividad, competitividad y rentabilidad del sector agropecuario en Colombia.
Para lograr lo anterior, el nuevo ministro de la cartera agraria deberá rodearse de experimentados profesionales -sin padrinazgo político- que ejecuten eficazmente sus tareas y trazar un plan de acción que estimule y apoye la producción de los bienes primarios, proporcionando información a los agricultores y ganaderos acerca de qué, dónde, cuándo y cuanto producir (El POT agrario que propuse el año pasado al gobierno nacional). No se puede seguir hablando de competitividad de productos agrícolas, forestales y pecuarios sin hacer referencia a los lugares donde exhiben competitividad.
En un reciente estudio de la Agencia para el Desarrollo Internacional –USAID-, sobre las perspectivas de la competitividad agrícola de Colombia, se detectaron 71 productos agropecuarios altamente competitivos en el país. Con esta información el gobierno lo único que debe hacer es direccionar los recursos de investigación, tecnología, crédito, infraestructura y servicios públicos para lograr una producción orientada al mercado y establecer un mecanismo que permita balancear la oferta y la demanda, proporcionando un marco organizativo que coordine la producción y el consumo en términos de cantidad, calidad, tiempo y lugar.
En dicho estudio, se comprobó por ejemplo que el aguacate es altamente competitivo solo en 11 zonas de los departamentos de Valle, Risaralda, Cauca, Caldas, Antioquia y Santander. Si enfocamos los recursos hacia esos productores, estaremos en condiciones de atender la demanda en aguacate de los Estados Unidos, que supera los 900 millones de dólares al año. De igual manera debe hacerse con el caucho en el Caquetá, el cacao en Santander, la papaya en la Unión Valle, la palma en el Catatumbo, el brócoli en el distrito de riego Chicamocha Santander y la carne de res de Córdoba, para citar unos cuantos ejemplos.
Otra tarea importante del nuevo ministro de Agricultura, será darle un revolcón a los ineficientes y perversos programas de subsidios e incentivos al sector agropecuario, cuyos recursos se están quedando en los bolsillos de un cartel de consultores teóricos del ministerio de agricultura, el Incoder y demás entidades.
El programa DRE ha sido un fiasco, el programa del Pacto Agrario es un tanque de mermelada de un billón de pesos para repartirlo entre alcaldes y gobernadores en proyectos ineficientes, el programa de incentivo de asistencia técnica a familias campesinas se lo robaron todito y los incentivos para la forestación, riego, seguro agrario, precios, etc., se reparten sin control, de forma imprevisible, bajo criterios políticos y de forma arbitraria e injusta. No tienen en cuenta por ejemplo, la buena gestión de unos frente a la mala gestión de otros, igualan a todos por abajo.
Como puede ver señor Presidente, al igual que el ministerio de las TIC, el de Agricultura también requiere un técnico con liderazgo y sin padrinazgo político. Tome el riesgo y verá que saca el campo adelante.
En el tintero: En los últimos 12 años Bogotá ha tenido alcaldes ineptos, corruptos y Gustavo Petro.