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Un sentido homenaje

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza
Hace algunos días cuando ocurrió el terrible suceso que enlutó al folclor vallenato, veía la imagen de Andrés el Turco Gil destrozada por el dolor, de ver partir antes de tiempo a una de sus mejores estudiantes.

Ese día, en lugar de seguir haciéndole apología a la tragedia, empecé a caer en la cuenta de cuánto le debemos a este insigne hombre que decidió convertirse en maestro y con ello afrontar uno de los mayores retos que cualquier hombre pueda encarar: educar a jóvenes, formándolos en espacios de vida y tolerancia a través de la música.

Hoy quiero hacer un homenaje a ese hombre sencillo y tierno que llora fácilmente detrás de esas grandes gafas oscuras cuando algo lo saca de su tranquilidad y afecta su enorme sensibilidad que se vierte en toda esa estética musical que produce y ayuda a producir en las nuevas generaciones.

Con una escuela única en el mundo, para aprender a tocar el acordeón, el maestro Andrés el Turco Gil, contribuyó y sigue trabajando para que muchos niños en un futuro no empuñen fusiles, ni auspicien la violencia, porque quien prepara y forma a un artista, lo ayuda a ponerse al servicio de la paz y la concordia que produce el arte musical.

La labor de construir un semillero de paz, educando a los niños en el arte de ejecutar el acordeón, con responsabilidad profesional y ética, se constituye en un aporte fundamental no sólo para la defensa y sostenimiento de nuestra música vallenata, si no como una custodia de nuestra infancia, que hoy escoge el arte como posibilidad de vida, extendiéndolo hacia otras regiones y países haciendo de él y de la tradición cultural,  un elemento fundamental para la integración.

El maestro Andrés El Turco Gil entendió esto con absoluta claridad, y mientras otros se dedicaron al comercio de este folclor, el maestro ha sentado las bases para que nuevas y futuras generaciones mantengan este legado cultural que hoy se constituye en  nuestro mayor capital, en la medida en que asegura nuestra visión de mundo y se convierte en oportunidad de emprendimiento para nuestra economía. Es tan grande la labor del maestro que en toda Colombia y el mundo, más de un millar de acordeoneros le deben sus enseñanzas.

Sin lugar a dudas, Andrés el Turco Gil merece nuestra más sincera admiración y agradecimiento por constituirse en el principal embajador del Cesar ante Colombia y el mundo, a través de la titánica, pero engrandecedora labor de educar a los niños y jóvenes que repartidos a través de toda la geografía universal hacen homenaje a nuestro folclor, tal es el caso del joven belga que atravesó el océano para aprender a tocar acordeón en su escuela, única en el mundo,  el niño de Maryland, Estados Unidos, quien después de recibir clases regresó a su país con el corazón despedazado por la nostalgia de dejar las enseñanzas de su maestro, hasta el punto  que su madre, en un acto de ternura y solidaridad trató de persuadir al Turco para que viajara a darle clases personalizadas a su hijo, sin saber que el alma y los dedos del maestro están anclados en  esta tierra que hoy agradece que muchos extranjeros y nacionales  amen nuestra región y a nuestro país, gracias a sus enseñanzas.
Un ejemplo de ello es  el presidente Bill Clinton quien en su libro  “Dar, Cómo puede cada uno de nosotros cambiar el mundo”, reconoce en dos páginas la labor de Andrés el Turco Gil y en un bello gesto de gratitud y admiración expresa “Cuánto desearía que en cada zona de conflicto hubiera un maestro como ‘El Turco’ Gil”. Andrés ‘El Turco’ Gil, maestro de acordeón”

Gracias a este juglar, hemos disfrutado de excelentes ejecutores del acordeón que hoy brillan con luz propia, gracias a este gigante de la pedagogía musical, a este guajiro con el alma amarrada al Cesar, que ya tiene un lugar ganado en la eterna memoria del pueblo, es que este folclor y esta música ha logrado consagrarse como el alma del Caribe colombiano. Dios bendiga al maestro Andrés El turco Gil y a nuestro folclor vallenato.

arizadaza@hotmail.com  Twitter: @Oscararizadaza

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