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Un ratón anárquico en la calle 17

Por: José Gregorio Guerrero.

Casi llorando de la inconformidad me encontré en días pasados a Robertico Hinojosa, y preocupado le pregunté el por qué de su rostro de pánico y tragedia; me explicó su estado de ánimo, sustentado con una historia de esas que sólo nosotros, aquí, en este sector del planeta entendemos y terminamos por creerla.
De pronto, por la solidaridad con el amigo o para terminar riéndonos a carcajadas, dándole rienda suelta a la imaginación, y desenfreno a la razón. (Tengo conocimiento que esos hombres chiquiticos lo que Dios les negó en estatura, se los dio en temperamento e inventiva).
Me dice Robertico en su tono tan caleño: “si supieras mijo, había una ratonera en mi casa de señor y padre nuestro, y los he exterminados con trampas, venenos de todo tipo; mejor dicho mijo los que no murieron en combate, buscaron refugio en casas vecinas, y mirá ve, que solo uno quedó y me ha declarado la guerra el muy atarbán, desconsiderado. Es un ojituerto, mono, coli mocha, pero el degenerado ratón como que lo entrenó Jair Klein, que animal para saber de guerra” yo lo miraba y lo escuchaba mientras él proseguía con su relato: “mirá mijo que me contaron que en Campo Adela, Guille Castro tenía un gato que se llama Rigoberto , dicen que era lo no visto, lo último en guaracha; que se ha enfrentado a todo tipo de reptiles desde iguanas trepadoras hasta mapanás rabo seco, y ha asesinado a todo lo que se le atraviese; figúrate mijo que hasta tiene algo de gente, fijáte que cada vez que Guille se retira de cualquier contienda electoral el gato se deprime, y en esta último debate hasta intentó suicidarse tirándose al Guatapurí en plena creciente, pero ya Guille le prometió no retirarse más. Para no alargarte el cuento, Guille me ha prestado al gato, y me lo he llevado para la casa. En efecto mijo el gato es una maravilla, de noche en la oscuridad ladra como perro nervioso para engañar a los ratones. En el primer enfrentamiento de Rigoberto con este engendro mal nacido de la naturaleza, emprendieron la carrera por toda la calle 17 en contravía. En  la esquina de Serrano Gómez se embojotaron, y el que fue, logró zafarse;  la segunda contienda la tuvieron en cinco esquinas. Hasta ahí tuve noticias de ellos, y atérrate mijo, por la noche después de verme a Chepe Fortuna me tocaron la puerta, ¿adivina quién era? Mijo cuando abro la puerta ya veo al malnacido del ratón; traía encuellado al gato” no tuve más que soltar la carcajada.
Esas historias son las que empañetan las malas horas que vivimos los valduparenses. estas historias salidas de lo real contadas con un desparpajo atiborrado de realidad son los que nos hace ser los seres humanos dotados con una inventiva que sobrepasa cualquier imaginación.
A esta oralidad tenemos que explotarla y surtir al mundo con ellas. Desterremos de la mente el creer que solo nuestra cultura es la música; no, craso error, la tradición oral es nuestro fuerte y no nos hemos dado cuenta. Para terminar le pregunté a Robertico sobre la existencia actual de estos dos grandes personajes, y me respondió con aquella naturalidad de acero: el ratón ahí está, es un anárquico empedernido, hace lo que se le da la gana; y al gato lo tiene amarrado de un palo de mango en Campo Adela esperando pase la próxima contienda electoral.
Feliz fin de semana

goyoguerrero100@hotmail.com

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