Sostengo que la humanidad no ha logrado la realización de su prospecto moral, por lo cual se puede afirmar que ha fracaso en lo más esencial de su ser.
Ella, por naturaleza, es proclive al bien, pero también al mal. Y esta segunda opción ha sido tozuda.
Ha sido así, desde cuando brotó, hace 4 millones de años, de Pachamama, formada quizá hace unos 4 mil millones de años como un subproducto de nuestro archirico universo, que cuenta con 13 mil millones de años. Todas las fechas indicadas son aproximadas.
Hay pensadores quienes consideran el devenir histórico de la humanidad, unos que son lineales, otros que son espirales, algunos que son circulares y cíclicos. El filósofo Federico Nietzsche lo pensó como un eterno retorno; sostuvo que la humanidad avanza y después retrocede; sin duda, se refería al aspecto moral de ella.
A mi parecer, tal postulado ha resultado verificado por la realidad. Desde sus orígenes, la humanidad se ha desarrollado en múltiples órdenes, pero en cuanto al orden moral ha sido deficitaria en la práctica, aunque no en teorías, en las que ha sido pródiga. Es verdad que ha habido grupos humanos, y los hay, que viven realmente una vida moral, pero esto lo que hace es confirmar la regla, la de la inmoralidad generalizada, dentro de la cual me encuentro.
Aquí asomo apenas algunos hechos, que prueban mi acierto. Si abrimos las páginas de la historia universal, nos topamos con las guerras entre los distintos grandes imperios de la antigüedad; las disputas sangrientas entre las familias reinantes; los delitos de lesa humanidad en contra de la población gobernada.
Y cuanto hace a la llamada civilización occidental, humanista, pergeña la historia, nada más comenzada nuestra era, la persecución contra el balbuciente cristianismo, primero en Israel y después cruelmente en el Imperio Romano; la práctica de la esclavitud y la discriminación de la mujer, antes y después de nuestra era, hoy día cuestiones superadas mañosamente; más avanzados los tiempos, las contiendas de las cruzadas cristianas contra los musulmanes; luego la llamada santa inquisición; las luchas entre católicos y protestantes. En los últimos tiempos, los conflictos entre los imperios modernos; las independencias de las colonias contra sus colonizadores; las peleas de secesión; las dos conflagraciones mundiales del siglo xx y los prolegómenos de la tercera, que sería la devastación mundial, a cargo del megalomano gobernante de la Rusia, Putin, iniciada sobre la culta población y fértil tierra ucraniana.
Cómo no nombrar, en todos los tiempos, el linchamiento a los judíos. Qué decir de la inconvivencia violenta en que están embarcados varios países latinoamericanos en una lucha de supervivencia de la democracia frente a los totalitarismos?
Qué del desbarajuste de las campañas políticas actuales, ahitas de improperios verbales y violencia armada. Qué del horror de la violencia fratricida por la producción a gran escala de estupefacientes– que podemos traducir como pacientes-estúpidos–, su transporte y consumo mundiales. Qué de los homicidios y genocidios indiscriminados por doquier del mundo, super destacados por los medios de prensa amarilla internacionales- a la sazón todos, especialmente la televisión, dedicada casi íntegramente a la exhibición de la criminalidad y al marketing comercial y ofrecimiento consumista. Qué de la corrupción omnipotente y omnipresente.
La humanidad ha fracasado moralmente, o no? Y “faltan datos de otros municipios”.
Desde los montes de Pueblo Bello.rodrigolopezbarros@hotmail.com