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Un proceso interminable

El proceso que arrancó para pocos meses, según anunció el presidente Santos, está a punto de cumplir 4 años, con la disculpa que una guerra de 50 años no se resuelve en tan corto tiempo; ahí van, pianito, pianito, como cuando se le dan gradualmente caramelos a un niño para evitar que se desespere, similar a los avances en la mesa, se han logrado acuerdos parciales, reconocimiento de algunas víctimas, desvinculación de menores, aunque no se ha visto, pocas expresiones de perdón y el desminado que se iniciará en Meta y Cauca, eso sí, con un agresivo discurso de las Farc y un futuro expectante, cargado de dudas; continúan pendientes numerosos escollos difíciles de superar, como las 28 salvedades (reservas campesinas, participación política, etc), la constituyente, el regreso de Simón Trinidad y la disposición de no pagar ni un día de cárcel, para llegar a la tan anhelada paz, que aunque moleste a muchos, no será ninguna paz, vivimos en un país con una medula violenta y con demasiados problemas (corrupción, justicia en crisis, desigualdad, Bacrim, ELN, etc) para pensar que esto se resuelve con la firma de un papel en La Habana.

Lo indiscutible es que las Farc, debido a tantas bajas importantes por la presión del ejército, entendieron que esta guerra contra el estado y la sociedad colombiana no los conducirá a ningún lado y, ahora, están tratando de salir del lío de la mejor manera posible, mientras se aprovechan de un gobierno que ha caído en el ultra pacifismo o como lo calificó el columnista de El Tiempo, Mauricio Vargas, “fundamentalismo pacifista” de Santos, Sergio, Roy y compañía o peor, el del senador Armando Benedetti quien es un poco más básico, “fusilar” a quien no esté de acuerdo con el proceso. Todo para no entorpecer unos diálogos que tienen un sello personalista y busca beneficios políticos, antes que reflejar el sentir de la gente, de acuerdo a las encuestas lo que quiere es ver a sus verdugos pagando por lo que hicieron.

Santos seguirá con esto hasta que las Farc lo permitan y continuará con su estrategia de señalar a quien haga alguna crítica, incluso, de aislar al que no esté de acuerdo, como el General Mora que pasó de negociador a profesor de paz en batallones; eso sí, cuando vuelvan las elecciones y piense en nombrar sucesor (Vargas Lleras), tratará de frenar la mamadera de gallo y otra vez les exigirá que firmen lo que sea, sin prevenir que las Farc, entre más dilaten la negociación, más poder de maniobra tendrán para estructurar su movimiento a mediano plazo y hacer política, que tampoco será fácil, porque en Colombia son muy pocos los que creen en su proyecto, pero también tienen derecho a soñar.

Por ahora están bien en La Habana con mucha exposición mediática, reconocimiento internacional que les va lavando un poco la imagen de terroristas, con sus estructuras intactas en Colombia aprovechándose de la crisis de la justicia y esperando la llegada de líderes como el Papa Francisco, quien ya comunicó su beneplácito para venir a Colombia y seguro querrán saludarlo, al igual que Santos, para tomarse la foto y satisfacer su ego. Por lo visto nos toca seguir esperando a ver si algún día llega la esperada firma. @JACOBOSOLANOC

Jacobo_Solano_Cerchiaro: